Subespacio

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El dolor no puede evitarse, pero sí puede evitarse el sufrimiento

El subespacio o, según algún Dom, “eso que les pasa a los sumisos” es algo propio de algunas sesiones BDSM. Hay personas que nunca lo han experimentado y que lo consideran la gran piedra filosofal del BDSM o, directamente, una fábula de ayer y hoy que se narra en los círculos más recónditos de las mazmorras.

Pero nada más lejos de la realidad, el subespacio no es ficción y es experimentado por muchos, por muy difícil que sea de explicar. Exacto: Subespacio existe.

Vampiro esiten

El modo de vivenciar el subespacio es personal e intransferible en cada sumiso. Una aproximación en su definición, si es que la hubiese, es un estado mental alterado que es descrito como paz o relajación absoluta, como una sensación extracorpórea o como un éxtasis extremo.

Se determinan dos tipos de subespacio: el psicológico y el fisiológico.

El subespacio psicológico es aquel que tiene lugar, generalmente, durante o tras las sesiones. Este estado es lo contrario a lo denominado “caída post sesión” (por la que el sumiso experimenta un descenso de ánimo y de rendimiento físico acusándose estos períodos como un malestar general negativo), advirtiendo el sumiso una sensación positiva de atontamiento o de agradable aturdimiento. De este modo, aparece un trance que se traduce en despersonalización o disociación de la realidad. Asimismo, la devoción o atracción hacia el Dom aumenta hacia estados emocionales extremos, como si este hubiese ejercido algún tipo de influjo hipnótico en su sumiso. El subespacio psicológico puede durar desde horas hasta días.

El subespacio físico o fisiológico puede ser definido como un orgasmo de dolor. Tiene lugar en prácticas de BDSM extremas. Este fenómeno se experimenta de diversas maneras. Es común que, en un primer momento, el sumiso se sienta inundado y superado por el dolor sumado a otros estímulos relacionados con el placer. Esto provoca que, poco a poco, vaya entrando en una etapa de despersonalización e irrealidad hasta el punto que pierde conexión con el entorno, terminando en un éxtasis extracorpóreo en el que es incapaz de moverse, reaccionar o hablar. Se trata de una especie de desvanecimiento consciente en el que se experimenta una sensación de placer que supera en alto grado la sensación de un orgasmo convencional. El Dom puede darse cuenta de esta circunstancia porque es frecuente que el sumiso deje de emitir sonidos y/o acuse parálisis, sin que responda a estímulo alguno.

La duración del subespacio físico es diferente en cada persona y en cada contexto. Lo más habitual es que dure minutos, aunque depende mucho de la actuación del Dom. Muchos Dom no permiten que sus sumisos entren al subespacio y cortan la estimulación dolorosa de inmediato si detectan que está empezando a suceder. Para hacer esto se tiene que conocer muy bien al sumiso e identificar las señales que indican que está a las puertas del subespacio. Otros Dom prolongan este estadio subiendo la estimulación dolorosa. Esta estrategia puede hacer que el estado se prolongue, pero hay que ser especialmente diestro y cuidadoso, ya que un exceso o la extralimitación podría conducir a un daño grave, al estar el sumiso indefenso y no poder pronunciar la palabra de seguridad ni hacer gesto alguno.

El subespacio se ha relacionado con la magia sexual. A nivel psiconeurológico, es el producto de la acción neuroquímica desencadenada por el sentimiento extremo de dolor y placer conjuntamente. El dolor se asocia, por norma social, a algo negativo y, por consiguiente, a algo desagradable. Cuando se produce dolor, las personas tienden a rechazarlo y a sentir miedo. El dolor se percibe como una situación amenazante o de peligro, por lo que el cuerpo reacciona, de modo automático, preparándose para la huida o el ataque inmediato. Para ello, el organismo genera respuestas fisiológicas, corporales y conductuales, produciéndose un aumento del ritmo cardiaco, sudoración y dilatación de las pupilas, así como liberación de hormonas y neurotransmisores como el cortisol y la adrenalina. La adrenalina ocasiona que el organismo se establezca en un estado de vigilancia alta, y el cortisol produce que los músculos liberen azúcar. Esta sensación se percibe como altamente angustiosa y se traduce en sufrimiento.

En cambio, si el dolor está exento de miedo, la adrenalina nunca llega a sintetizarse y se sustituye por dopamina, que, junto con las endorfinas producidas biológicamente para mitigar el dolor, provocan un estado de paz y goce absolutos. La dopamina es un neurotransmisor que utiliza la misma molécula precursora para su síntesis que la adrenalina y es clave en la respuesta de recompensa y placer.

El subespacio puede parecer, así descrito, como el gran galardón de toda práctica BDSM. Pero no es tan sencillo ni es lo que se imagina, sino más bien una suerte de nuestra Configuración de Liminal personal. De este modo, hay sumisos que nunca lo llegan a experimentar, por muy diestro que sea el Dom, y, para aquellos que lo alcanzan, su reiteración será cada vez más difícil. Esto ocurre porque el umbral del dolor de sumiso se hace cada vez más alto y, por consiguiente, necesitará más estimulación dolorosa para adentrase en el subespacio físico. De este modo, llegará un momento en que la tolerancia al dolor sea tan elevada que supere la resistencia física. Es decir, no será posible romper la barrera del dolor sin causar un daño real. Llegados a este punto, el sumiso no tendrá jamás más acceso al subespacio y nada podrá hacerse al respecto.

Es posible que el estado de éxtasis descrito por los mártires religiosos no fuese otra cosa que el subespacio. Tal vez, en la película de ficción “Martyrs” (https://www.imdb.com/title/tt1029234/), los sectarios tuviesen la respuesta delante de sus ojos sin saberlo. Cabe también la posibilidad de que las experiencias de absoluto placer descritas por aquellos que han estado a las puertas de la muerte se relacionen con este fenómeno. Puede que la clave resida en la ausencia de miedo, en la carencia de adrenalina en pro de la dopamina. Todo ello es posible, pero lo que es innegable es que, en definitiva, es imposible separar el placer del dolor si lo que anhelamos es el placer genuinamente nítido y no únicamente un atisbo del mismo.

Finalizamos este texto y reflexión con la magnífica traducción de Miguel AlgOl de “De la Lucidez Erotocomatosa” (Capítulo XV del Liber CDXIV, de Aleister Crowley), en el que se describe un proceso mágico no muy alejado de lo que nos ocupa:

De la Lucidez Erotocomatosa

El Candidato es preparado para la Prueba mediante entrenamiento atlético general y ceremoniales. El día señalado es atendido por dos o más asistentes experimentados cuya tarea es (a) extenuarlo sexualmente por cualquier medio conocido, (b) excitarlo sexualmente por cualquier medio conocido.

Debe emplearse cualquier instrumento y artificio de las cortesanas, así como cualquier estimulante conocido por los médicos. Los asistentes no deberían titubear ante el peligro, sino perseguir a su presa despiadadamente.

Finalmente el Candidato caerá en un sueño de extrema extenuación, parecido al coma, y es entonces cuando la delicadeza y la destreza deben ser exquisitas. Que sea despertado de este sueño mediante una estimulación de tipo clara y exclusivamente sexual. Aunque también puede ayudar, si hace falta, una música sabiamente regulada.

Los asistentes deben estar pendientes todo el tiempo de los signos del despertar. Cuando estos se den, toda estimulación debe cesar inmediatamente, y se debe dejar que el Candidato caiga otra vez en el sueño. Pero en cuanto esto suceda, la práctica anterior debe ser retomada. Esta alternancia debe continuar indefinidamente hasta que el Candidato se encuentre en un estado en que no esté ni dormido ni despierto, y en el que su Espíritu, liberado por la extenuación perfecta del cuerpo, y sin embargo impedido de entrar en la Ciudad del Sueño, entre en comunicación con el Más Alto y el Más Sagrado Señor Dios de su ser, creador del cielo y de la tierra.

La Prueba termina mediante el fracaso —la llegada de un sueño invencible— o mediante el éxito, en el cual el último despertar es seguido por una realización final del acto sexual. Al Iniciado debe permitírsele entonces dormir, o la práctica puede renovarse y continuar hasta que la muerte lo termine todo. La muerte más favorable es la que ocurre durante el orgasmo, y es llamada Mors Justi.

Como está escrito: ¡Dejadme morir la muerte del Justo, y que mi último momento sea como el suyo!

Traducción de Miguel AlgOl: Textos de Magia K

2 comentarios en “Subespacio”

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