Dentro de los principios de toda aquella corriente que pertenece al Sendero de la Mano Izquierda (LHP) se encuentra la libertad, traducida esta en diferentes actitudes o disposiciones de individualismo, antinomismo y, en definitiva, de la emancipación de la sociedad normativa.
Con sociedad normativa nos referimos a la cultura occidental, la cual se edifica y erige sobre los cimientos de una tradición de profundas raíces judeocristianas, que establecen e instituyen aquello moral y éticamente correcto e incorrecto.
Y es, posiblemente, el comportamiento sexual lo más normativo de esta sociedad. Esta realidad, vivenciada como convencional, resulta harto paradójica.
Y esto es porque la sexualidad es intrínseca a la persona y cada sujeto la vive, la percibe y la interpreta desde su propio enfoque, atendiendo a sus inclinaciones, preferencias y filias, que son individuales e intransferibles. Pero, a pesar de este precepto, no hay conducta humana biológica más normalizada socialmente que la sexual. Así, se atiende a factores tales como el tiempo normal del acto sexual, el tamaño normal del miembro sexual, las veces normales que debe realizarse el acto sexual y cómo debe ser este para cumplir, en definitiva, unos estándares impuestos por el canon establecido en cada época. Si estos prototipos sociales no son cumplidos o alcanzados, los individuos se convierten en desviados, depravados, pervertidos o, directamente, en malos sexuadores.
El BDSM, como sexualidad alternativa, ha sido y es catalogada dentro de este marco de prácticas sexuales torcidas. Es necesario pues, para pronunciarse hacia esta preferencia, romper con los estándares sexuales impuestos. Esto implica desviarse del “camino correcto” y de la norma colectiva para, finalmente, optar por independizarse de lo sexualmente aceptado.
En este sentido, el LHP y el BDSM concurren en un mismo tipo de manumisión de lo establecido. Y no es eventual que muchos individuos que recorren el LHP practiquen BDSM o cualquier otro tipo de sexualidad alternativa.
El motivo de esta concurrencia no se limita a la simple acción de rebeldía social por el mero hecho de sublevarse ante todos y todo (incluyendo aquí lo que a sexualidad se refiere). Este comportamiento de alta desobediencia, fundada y deliberada por el mero hecho de transgredir, ciertamente correspondería más al RHP que al LHP, por tratarse de un acto carente de sentido, no justificado más allá del hecho de llevar la contraria sistemáticamente, procedimiento y comportamiento altamente estúpido. La verdadera razón de la concurrencia entre el LHP y el BDSM, o cualquier otra sexualidad alternativa, es que para recorrer cualquiera de estos dos caminos es necesaria la concienciación de esa emancipación social, pero esta vez fundamentada la una por ideología y creencia, y la otra por tendencia y filia.
Lo políticamente correcto fallece, pues, en el momento en el que se elige cualquiera de estas dos opciones, ya sea sexual o doctrinaria.
Este hecho, en cualquiera de sus representaciones, constituye la voluntad de acatar la misma y la conciencia de la ruptura social, con toda la ética y estética que ello conlleva, convirtiéndose, en la mayor parte de los casos, en un estilo de vida y no en una preferencia más. Ser capaz de optar por estos senderos, comprendiendo no solo lo que suponen, sino lo que provocan, se traduce en un alto crecimiento personal, que sucede deliberadamente o no, según el caso.
Otro punto de concurrencia entre el BDSM y el LHP es la esfera rumurológica que lo envuelve. De este modo, no son pocas las falsas creencias, mitos y estereotipos que orbitan alrededor de estos dos elementos. Este aspecto no es exclusivo del BDSM o del LHP, puesto que todo aquello que no se conoce, y que queda fuera de la cúpula de lo normativo, es visto desde fuera de un modo altamente distorsionado. De este modo, es frecuente que todo aquel que no esté dentro de la esfera que encierra al BDSM y al LHP tenga una opinión sobre los mismos que, seguramente, sea no solo errónea, sino también poco equilibrada. Y esto es porque lo más frecuente es que la percepción de los ajenos al BDSM y al LHP perciban estas dos tendencias o como algo meramente fútil o como algo altamente amenazador.