Tu cuerpo es la iglesia donde la naturaleza pide ser venerada. Marqués de Sade
La palabra de seguridad es un imprescindible dentro del BDSM y algo que no puede obviarse dentro del contexto SSC (Seguridad, Sentido común y Consenso).
La palabra de seguridad es algo obvio y conocido por todos, pero para los no iniciados se puede explicar como un término y/o señal que se acuerda previamente a la sesión. Esta palabra la usará el sumiso cuando sienta un dolor real o se hayan superado sus límites.
El Dom siempre tiene que parar ante la palabra de seguridad, sin retrasos ni excusas, y pasar a auxiliar y a confortar a su sumiso. Si no lo hace, es una negligencia muy grave. Es la peor falta que se puede efectuar dentro de una dinámica BDSM. El sumiso tiene la responsabilidad de usar la palabra cuando lo crea oportuno.
Cuando se usa la palabra de seguridad, no se cambia de práctica, la sesión se para totalmente. La sesión se dará, pues, por concluida del todo. Cuando el sumiso se recupere, lo más adecuado es que el Dom hable y establezca una comunicación abierta y sincera sobre lo sucedido y lleguen a un acuerdo sobre cómo evitarlo en el futuro.
La palabra de seguridad no debe ser un término de compleja pronunciación. Por ejemplo, sumisoandaluz no debería elegir “croqueta”, “genuflexión”, “alfalfa” o “botafumeiro” como palabra de seguridad. Lo más adecuado es que se escoja algo sencillo y fácil de pronunciar.
Es importante que la palabra esté fuera del contexto de las prácticas de la sesión. Es decir, no es buena idea escoger términos como “para”, “suficiente”, “clemencia”, “valevale”, “ya”, “leches”, “lahostiaputa”, “joder” o similar. Esto evitará las confusiones.
En la mayor parte de los tutoriales y los manuales, recomiendan utilizar colores. “Rojo”, por ejemplo, es un clásico. Asimismo, es conveniente que la palabra no sea en exceso larga. Un bisílabo es una buena opción.
La palabra intermedia
Aunque el sumiso tenga la responsabilidad y el derecho de usar su palabra de seguridad, es posible que evite hacerlo a toda costa, ya que puede entender que estaría fallando a su Señor o porque sea muy masoquista (además de que se queda sin sesión).
¿Qué hacemos? Pues para eso existe la palabra intermedia. Se trata de una palabra por la que no se para la sesión, pero el Dom deja inmediatamente de hacer lo que sea que estuviera haciendo. Puede también bajar la intensidad del dolor o manejar esta situación como crea conveniente, ya con el conocimiento de que su sumiso se está desbordando o está al borde del colapso. “Negro”, por ejemplo, es una buena palabra intermedia.
Puede haber momentos durante la sesión en que el sumiso físicamente no pueda decir la palabra (por ejemplo, si está amordazado). Por ello, es conveniente pactar otra señal de seguridad además de la palabra (incluso aunque no se usen mordazas). Esta señal puede ser dar 3 golpes, por ejemplo.
Asimismo, hay que tener en cuenta que muchas veces el sumiso no va a poder hablar ni dar tres golpes en el suelo. Por ejemplo, si se usa una mordaza y técnicas de amarre (esto para mí, queda totalmente desaconsejado, que conste). También puede ocurrir que al sumiso le entre eso que les pasa a los sumisos (que entre en el subespacio) y no pueda hablar ni moverse.
En estos dos casos, una muy buena opción es la técnica del doble apretón. Consiste en el que el Dom apriete la mano del sumiso dos veces. Si todo va bien, la parte sumisa le devuelve el apretón de manos. En el caso de las ataduras y mordazas la respuesta es inmediata. En el caso en el que la parte sumisa esté en el subesapcio, puede que no conteste, por lo que se recomienda susurrarle, a la vez que se da el doble apretón, un “¿estás bien?”. Esta doble estimulación (muy suave, para no traerlo de vuelta al mundo terrenal) es muy efectiva. Obviamente, si el sumiso no responde al apretón, el Dom debe parar de inmediato.
Otra técnica además de la del doble apretón es el palmeo. Es parecida, pero el sumiso tiene que estar consciente para realizarla. Se usa cuando, por cualquier circunstancia, el sumiso no puede hablar. Esta situación se puede dar porque el sumiso está amordazado o porque tiene la boca ocupada “con algo”. Imaginemos que se está ahogando. Si el Dom no está atento o no lo detecta, no le va a dar al sumiso ningún apretón. En estos casos, el sumiso palmea para advertir a su Dom. Si palmea una vez es como usar la palabra intermedia y si palmea dos veces, sustituye a la palabra de seguridad.
La palabra de situación anormal
Se trata de una palabra que se pacta (como las otras) y que el sumiso va a utilizar cuando algo no vaya bien, pero no debido a la práctica en sí o a la actuación de su Dom, sino a su propia circunstancia o a la del ambiente.
Lo explico con un ejemplo: imaginemos Sevilla en agosto. Los 40 grados a la sombra. Sesión que lleva una hora. Sumisa suspendida. Todo va bien, y la práctica es perfectamente soportable y se está disfrutando por ambas partes. Ahora, a la sumisa se le empieza a bajar la tensión. Esta situación tiene que comunicarla a su Dom antes de que ocurra algo que le provoque un daño severo. En este caso, se usará la palabra de situación anormal.
Un ejemplo muy común de esto, es la ciática. Imaginemos una sesión de spanking en la que todo va bien, un golpe se deriva en pleno nervio ciático (la hostia de dolor de la puta madre, pero del que no quieres y corta el rollo). En estas situaciones, se utiliza la palabra de situación anormal. Esto permite que la práctica no sufra un parón. Cuando la sesión acabe, es recomendable que Dom y sumiso compartan y dialoguen sobre qué ha ocurrido.
La palabra de situación anormal puede ser cualquiera que se elija. Continuando con los ejemplos de colores “azul”, que es además bisílaba, es otra buena opción.
Todas estas palabras y gestos hay que pactarlos previamente a la sesión. Para las sesiones en las que se usa un metaconsenso, obviamente, no es necesario, aunque a algunos Dom les gusta que su sumiso se las repita antes de comenzar.