En la filosofía existe un tipo de falacia denominada falso dilema. En la lógica formal, la falacia se entiende como el planteamiento de dos opciones que se oponen entre sí, y por la cual no existe una posibilidad fuera de ella o la opción de que ambas se puedan dar entre sí en la realidad.
Esta falacia formal la encontramos en muchas expresiones reivindicativas tipo “socialismo o barbarie” y similares. Lo cierto es que este tipo de dicotomías solo dan la oportunidad de englobar dos opciones y, por lo general, quien lo anuncia denota a una de ellas como extremadamente negativa o perversa. Pero esto no tiene por qué ser siempre así. En los discursos sociales, este tipo de falacia formal suele aparecer frecuentemente en situaciones de lo más usualmente cotidianas: cuando hablamos entre amigos, discutimos en parejas o entablamos algún tipo de debate con alguien. Solemos reducir todo a una única opción, generalmente, la que más nos interesa y obviamos que existe un universo de posibilidades, o que ciertas opciones pueden ser completarías y no exclusivas entre sí.
Algo así ocurre con el satanismo. Desde hace tiempo se ha venido discutiendo si esto es una filosofía o bien es una religión. Lo cierto es que el planteamiento de satanismo: filosofía o religión es una falacia argumentativa, y hay que señalarla como tal.
Usualmente, este tipo de falacia se da por la existencia de una ignorancia en un determinando campo de conocimiento. En el imaginario colectivo se suele representar la filosofía como algo estructurado, desarrollado y con una fuerza argumentativa importante. No obstante, esto no tiene por qué ser así. Plantear la filosofía desde esta perspectiva es reduccionista. Una filosofía puede estar más o menos argumentada y desarrollada a nivel teórico e intelectual, pero no exclusivamente tiene que estar excesivamente desarrollada. Una filosofía comienza con el cuestionamiento de las cosas y termina por plantear una serie de aforismos (afirmaciones de la realidad) que establecen una forma de ver, entender y estar en el mundo. En definitiva, esto eso es la filosofía, una forma de comprender el universo, el anteojo por el cual miramos las cosas.
Cuando en este tipo de debates planteamos la pregunta de satanismo: ¿filosofía o religión? En verdad estamos dejando atrás muchas otras cuestiones importantes. Si entendemos la filosofía como lo que es, como una búsqueda de conocimiento, una forma de entender el mundo, el planteamiento de preguntas e interrogantes, de la duda y la búsqeda de respuestas; entendemos, por tanto, que la filosofía es la madre de todo el conocimiento humano y que, por tanto, todo lo humano está inundando de filosofía, como digo, más o menos desarrollada teórica e intelectualmente, pero filosofía, al fin y al cabo.
En cuanto a la religión, suele confundirse muy a menudo esta con la espiritualidad. La religión no es espiritualidad, y la espiritualidad no es religión. La religión es, simplemente, una institución social. Así lo plantearon sociólogos como Émile Durkheim o Max Weber cuando estudiaron las religiones como organizaciones sociales estructuradas, jerarquizadas, basadas en un dogma, en unos rituales y en una serie de creencias que eran, más o menos, unánimes entre todos sus miembros. Y digo más o menos unánimes porque no siempre se comparte el mismo grado de unión en cuanto a creencias o ritos. Hay religiones más estructuradas y jerárquicas que otras.
Entonces, planteadas estas cuestiones, ¿en qué sentido se contradice filosofía a religión O, mejor dicho, ¿de qué manera pensamos que tiene que ser necesariamente la una o la otra? Todo el mundo, como vengo defendiendo en el presente artículo, posee una filosofía más o menos elaborada. Y, toda religión, posee una filosofía más o menos teorizada y argumentada. La metafísica es la teorización de las creencias que se manifiestan bajo la institución de la religión y que tiene como origen la espiritualidad humana. Y, la espiritualidad, de algún modo, está ligada a la filosofía en tanto ambas se
anuncian como catalizadoras de las cuestiones que al ser humano le ha motivado desde el origen de los tiempos: quiénes somos, de dónde venimos, hacía donde vamos, cómo comenzó la vida, existe vida más allá de esta, etc.
Por lo tanto, plantear el satanismo como religión o filosofía es, primeramente, una falacia. Y, segundo, como falacia que es, carece de sentido. El satanismo puede verse como una forma de entender y vivir la vida y, al mismo tiempo, esa forma de entender y vivir puede ser compartida por muchas personas, de tal modo que surge como una institución social que busca dar respuestas a las preguntas de cada individuo. Asimismo, la religión puede construirse como una institución que genera cohesión social, integra a sus miembros en una comunidad de iguales y defiende su particular forma de vivir en la sociedad.
No hay, por tanto, una u otra opción. Las dos pueden ser igualmente válidas. Es hora de ir rompiendo el tópico en cuanto a lo que podemos o no podemos ser.
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