Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo…
El principito
El castigo es una práctica casi inherente al BDSM. Pero, previamente a utilizarlos, hay que tener en cuenta una serie de factores y situaciones si queremos que éstos sean efectivos.
Asimismo, hay Dom que establecen castigos no justificados o por motivos que no dan lugar a ellos. Mal. Esto suele ocurrir por falta de experiencia, pero hay quien, tras años de ejercicio, sigue cometiendo una serie de errores o malas praxis. Este tipo de acciones mal ejecutadas no son realmente castigos, sino cosas feas.
Algunas cosas feas son:
–Privar de la palabra de seguridad. Esto no es un castigo, es una negligencia. Asimismo, es un abuso y un proceder peligroso. En este caso, se estaría cometiendo una agresión en toda regla.
–Castigar para descargarse. Hay Dom que castigan porque vienen enfadados con sus cosas del día a día (familia, trabajo…). El sumiso debe tener cuidado, pues es su pareja de D/s. El Dom tiene una gran responsabilidad hacia el mismo y debe ser digno. El sumiso no es un saco de boxeo.
–Castigar por un enfado o pelea con el sumiso. Este comportamiento, por desgracia, es habitual. Los castigos son parte del proceso de doma del sumiso, si no le va a aportar ningún aprendizaje, no tienen sentido. Si el Dom y el sumiso se pelean o tienen diferencias, estas deben ser resultas como las de cualquier pareja, hablando, reconociendo la parte de responsabilidad de cada uno, sin reprochar ni culpabilizar y proponiendo soluciones. Si el Dom castiga al sumiso por una diferencia de perspectivas, le está imponiendo su modo de pensar y obligando al otro a que acepte que lleva la razón. Y esto no es correcto.
Asimismo, los castigos no solo deben aplicarse por una causa justificada. Además, deben ser coherentes a la acción que los acredita. De este modo, también son cosas feas:
–Usar uno de los límites del sumiso como castigo. Por mucho que merezca un sumiso un castigo, nunca deben usarse las prácticas que tu sumiso califica como límite. Si no está dispuesto a hacerlo, es “no”, siempre, bajo cualquier circunstancia. De lo contrario sería un abuso y, consecuentemente, una agresión.
–No ser razonable. Ten sentido común. Si un sumiso tiene una orden y le ocurre algo por lo que no puede cumplirla, no se aplica el castigo. Es decir, si el sumiso está enfermo, no se encuentra bien emocionalmente o cualquier condición que dentro de la sensatez le impide realizar algo, no se debe castigar. Se trata de tener un poco de cabeza, pero mejor pecar de redundantes que de escasos. Si ordenamos al sumiso hacer una tarea, por ejemplo, dentro de un horario que coincide con el laboral, sería absurdo. O, por ejemplo, privarlo de visitar a la familia un fin de semana. Las cosas hay que hacerlas dentro de una lógica.
Ya, para terminar, comentar que el sumiso que se haya visto en algunas de estas situaciones descritas no debe adoptar una postura pasiva y aguantarse con el castigo. Estos no son castigos lícitos. Puede que el Dom no se haya dado cuenta, no tenga una perspectiva como la del sumiso o, directamente, se haya equivocado. Todo esto requiere una conversación. No porque el Dom haya procedido de alguna de estas maneras, es un mal Amo. Todas las personas somos falibles, sobre todo cuando nos iniciamos en algo.
No obstante, si tras tratar el tema abiertamente no se llega a un acuerdo con el Dom, o si éste sigue actuando de un modo inadecuado, lo más adecuado es que se cambie de compañero de prácticas.