La tolerancia llegará a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles.
Cita atribuida a Fiódor Dostoyevski.
Si Nietzsche se levantara de la tumba probablemente se golpearía la cabeza. Acto seguido se incorporaría y daría un paseo estremecido al ver lo que se cuece por alguna de nuestras ciudades. “¿Qué pasó con nuestro querido Zaratustra?” Se preguntaría, “¿qué fueron de sus preceptos, de sus ideas, de su moral, de su forma de entender la vida, de vivir la vida?”. “¿Dios ha muerto?” se preguntaría con cara de perplejidad al observar como los seres humanos nos es que hayan superado al hombre, es que se han vuelto inferior al hombre.
Claro, que esto solo son suposiciones de un humilde iniciado en la filosofía. Qué sabré yo, un pobre desgraciado seguidor de sus enseñanzas, satanista y un poco ateo. Lo cierto es que, de lo poco que alguien como yo puede saber, es que, si alguna vez hubo un movimiento humano que buscara la superación de su propia humanidad en busca de algo mejor, algo que nos transformara de camellos a leones, y de leones en niños; está claro que ha muerto. Dios lo ha matado y nosotros lo hemos enterrado.
En esto, la filosofía satanista tiene mucho que decir. El satanismo se levanta como un movimiento, a veces religioso, a veces humanista, y otras tantas como una filosofía de vida, que tiene como objetivo convertir al individuo en su propio dios. Ser tu propio dios no significa ir a una boda y trasformar el vino en agua, calmar las aguas y andar sobre ellas o ir curando a gente y resucitándola ahí. Por favor, quien crea que eso es “sé tu propio dios”, que se lo haga mirar. O, al menos, que lea un poquito más. Siempre hay gente dispuesta por ahí a ofrecer sus conocimientos de manera gratuita (otros no tanto, y te intentaran cobrar por ello, evítalos si quieres conservar tu dinero).
A lo que iba, ser tu propio dios significa muchas cosas: no hincar las rodillas al primer tronco de manera que se ponga por delante y/o pedazo de piedra de supuestos orígenes paganos (pagano, que palabra más horrorosa. Ya os contaré otro día porqué, ahora no viene a cuento); convertirte en el centro de tu atención (dándote amor, cariño y esas mierdas variadas); ser el creador de tu propio universo subjetivo, entre otros significados. En cierto sentido, la idea de ser tu propio dios no dista mucho de la idea del superhombre anunciada por nuestro querido y respetado señor don bigotitos. Y es que, esta idea tan estupenda, se ha visto inicialmente afectada en la época de TikTok, del Twitter, del Instagram y de la dictadura del “me gusta”.
Ha nacido una nueva especie: el pseudosatanista. Los científicos de la 2 dirían que fisiológicamente son iguales a los humanos, salvo por alguno comportamiento diferente, y su claro hábitat natural de caza: las redes sociales. Estos pseudosatanistas acostumbra a ser Paladines de la Moral Verdadera y Absoluta, unos verdaderos Policías del Pensamiento que están dispuestos a usar sus armas contra aquel que plantee la más mínima ápice de duda: la cancelación. Además, son unos expertos fotógrafos. Su ritual de apareamiento es conocido por ese hábitat como el selfi. Basta con un espejo, un móvil desechable cada año, ropita oscura, ponerse tatuajes de los Cheetos y poner cara de malote y ya está. Ahora el resto de la especie sabe que es uno de los suyos. Un señor/a de las tinieblas, un Mago Tenebroso, practicante de las artes oscuras. Cuidado, ya que si os acercáis demasiado (virtualmente hablando) os puede dar un abrazo.
Son lo que Barbie es al mundo real, ellos son al satanismo. Es el satanismo barbie. Este nuevo satanismo Barbie es negador de la ética satanismo, pero con las características de la estética de la misma. Niegan la naturaleza humana, la depredación, el vampirismo, la fuerza del superhombre. Todo aquello que nos hace fuertes. También niegan la propia oscuridad interior, aquellos aspectos realmente tenebrosos de nuestro ser y, como no, reniegan a la investigación profunda del ser, a la meditación, a la introspección y al conocimiento de uno mismo. Esa no es su misión, su verdadero cometido es hacerse pasar por lo más oscuritos posible ante los demás porque eso mola, es divertido creerse ser Lord Voldemort y tener las mismas ideas que Hello Kitty. Claro, que las ideas son más difíciles de veras porque requieren interacción, y estos satanistas Barbie evitan la interacción.
A parte de ello, son absolutamente moralistas como hemos dicho con anterioridad. Cualquier puesta en duda sobre asuntos como la religión, la idea del bien/mal, o temas similares son evitados, y ahí del pobre que quiera hablar de ellos por su hábitat. Cosas como el ateísmo, el pensamiento religioso de Karl Marx son vistas como el mayor enemigo a combatir. ¡Cuidado, un ser que piensa, eliminémoslo!
Como digo, es Barbie porque son personas mágicas, del país feliz, de la casa de gominola de la calle piruleta. Alejados de toda realidad, de la naturaleza a la que dicen adorar (en sentido figurado) y de la que son totalmente ignorantes. Joder, si viera como es la Naturaleza la odiarían. Seres que se devoran los unos a los otros por sobrevivir, enfermedades, muertes, catástrofes, una vida pobre, bajo la ansiedad de la supervivencia diaria, etc. No es muy chupi guay que digamos.
Y es aquí donde el satanista debe tener cuidado y extremar sus precauciones, ya que la estupidez es contagiosa, y hasta la más inteligentes de las personas pueden caer en su trampa. Extrememos precauciones contra esta nueva toxicidad emergente, o volveremos a arrodillarnos ante los palos de madera suplicando piedad.