Por: Azazel Ibn Sheitan
Sacerdote
Templo de Satán Chile
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“El príncipe de los demonios los arenga, los alienta con la esperanza de volver a conquistar el cielo, y les habla también de un nuevo mundo y de una nueva criatura que debe existir un día”[1]
Por milenios, la idea de que el diablo es una personalidad antagónica al dios[2] abrahámico. Fue difundida con fuerza, muy posterior a la supuesta <muerte y resurrección> del mesías cristiano., hecho acontecido aproximadamente entre los años 30 y 33 de la era común. Fecha simbólica que también es un constructo fijado por la cristiandad, una vez que ésta fuese legalizada en el año 380 d.E.C mediante el edicto imperial, de Su Majestad Teodosio I El Grande, último regente del imperio romano de oriente y occidente.
Es importante señalar, que el ideal monoteísta de un dios todopoderoso enfrentado sécula seculórum a un imponente adversario, no proviene originalmente del pensamiento hebreo. Por lo tanto, lo más probable es que se trate de un inevitable sincretismo, originado a partir de la conquista babilónica sobre los Reinos de Israel, que comenzó en el año 597 a.E.C, siendo profundizada en el año 587., con el estallido de una organizada rebelión judía sobre todo el territorio israelita, que traería consigo una inevitable reacción por parte de los babilonios.
En ese mismo año, el Rey Nabucodonosor ordenó la toma de Jerusalén, la deportación de la élite judía a Babilonia y la destrucción del Templo. Este sería sin duda el exilio de aproximadamente 70 años, más decisivos para un reordenamiento religioso, político, social y jurídico. Que transformaría no solo las bases de una nueva identidad hebrea totalmente monoteísta, sino que también se olvidaron los infecundos intentos por establecer singulares sincretismos politeístas, claro no tan graves como el impase del becerro mencionado en el libro de Éxodo.
Al retornar los exiliados judíos a su patria, desde el año 521 a.E.C por decreto del rey Ciro II el Grande, los ahora venidos de una civilización intelectualmente superior e igualada quizás con la grecorromana, no solo traían consigo las ansias de oler y palpar la tierra de sus ancestros, sino que también entre lo aprendido, comenzaron a aplicar, conceptos tales como; legal e ilegal, bondad y maldad, apto y no apto, pecado y santidad, acciones meritorias para alcanzar geulá (salvación) o en su defecto descender al gueinom (una especie de “infierno”, pero no bajo la concepción ni parámetros cristianos)[3]
La idea de que una determinada acción negativa, influiría en la cotidianeidad o en el futuro póstumo de una persona. Junto al concepto de una previa purificación en el gueinom <hebreo>, hasta el evolucionado ghenna[4] <griego>. Serían la antesala para la conformación del cuerpo jurídico, religioso y social de la futura reforma judía, conocida mundialmente como cristianismo. Es interesante volver a resaltar que todas estas concepciones eran ajenas a los principios abrahámicos puesto que según el libro de Lamentaciones capítulo 3 verso 38 “de dios viene tanto lo bueno como lo malo”.
Muchos expertos en ciencias bíblicas[5], como los académicos Cesar Silva o Adolfo Roitman, concluyen que a partir del período del exilio israelita. Se produce a nivel socio cultural, la adopción de ideas foráneas a las desarrolladas por el pueblo hebreo. Por una parte, se gesta la idea de establecer un culto sin jerarquías sacerdotales, la que se concretará con la posterior destrucción del segundo templo en el año 70 d.E.C, con la consecutiva diáspora. Y por otro lado, se afianza la existencia de un ente “adversario”, producto del sincretismo babilónico, a modo de mantener coerción social.
El mito babilónico – persa sobre la existencia de un dios supremo como mencioné más arriba. Que establecía a ciencia cierta una especie de monoteísmo primigenio, No fue una idea original de las religiones abrahámicas; sino que se adopta en las llamadas escrituras legalistas o toraícas a partir de esos años de exilio en Babilonia. Los relatos de Ahura Mazda o Auramazda como el eterno regente de la humanidad, creador del cielo y la tierra, dios y amo del universo, rey de reyes y señor de señores; solo vinieron a nutrir a los escribas hebreos, quienes realizaron un plagio muy ordenado de estas creencias en sus escrituras.
Aun cuando Auramazda era considerado el señor todo poderoso e inigualable, la cultura persa también desarrollo la idea de que este dios, debía tener un eterno antagonista, una especie de exiliado celestial capaz de entorpecer los designios “virtuosos” del supremo. Un eterno “adversario” que no solo se enfrentase a la voluntad divina, sino que fuese también un eterno rebelde capaz de revertir el orden natural de las cosas. Un “espíritu atormentador” que haría honor a su nombre, dañando a la humanidad y generando caos por donde dejase su sombra execrable.
Con todos los antecedentes presentados durante el desarrollo de este artículo. Podemos realizar un breve resumen, sobre los paralelos culturales entre la civilización Persa y Hebrea consecutivamente, teniendo en cuenta que el traspaso de información es de los babilonios a los hebreos y no al revés:
Babilonios (creencias) | Hebreos (creencias) |
Dios supremo Ahura Mazda / Auramazda | Dios único YHWH o Elohim |
Irkalla / Arallu (Inframundo sin castigos) | Gueinom (Inframundo) Gan Edén (Paraíso) |
Código Hammurabi 282 leyes (1795 – 1750 a. E.C) | Torá y libros legalistas del Pentateuco (850 – 500 a.E.C aprox) |
Ahriman el adversario | Satán el adversario |
Es importante destacar que las distancias etarias entre las civilizaciones; asiria, babilónica, persa, egipcia entre otras. Distan totalmente en el desarrollo intelectual de las posteriores sociedades semitas, circundantes de la región. Por lo tanto, el intercambio de información, adecuación o plagios culturales, siempre serán de los pueblos que habitaron en las ciudades de éstas civitas. El mejor ejemplo es el llamado exilio babilónico de la judería, mencionado anteriormente durante la parte introductoria de este artículo.
En resumen, hemos podido dilucidar que la creencia en una entidad adversa a un dios supuestamente todopoderoso, nace precisamente de las primigenias civilizaciones., aunque dichas personalidades tampoco encajan con las irregulares escrituras abrahámicas. El Satán que hoy conocemos pasó por al menos tres estadios de desarrollo evolutivo; en el Antiguo Testamento es un ser prácticamente inexistente. De ser un adjetivo calificativo, pasa posteriormente a convertirse en un funcionario que habla directamente con la divinidad, pero sin autonomía propia.
Ya en el nuevo testamento comienza a forjarse una identidad propia, aunque no es notorio en los evangelios del canon eclesiástico, donde conserva al menos algo de la visión hebrea como un “adjetivo”. Será en los libros apostólicos, donde los mismos precursores le llaman; padre de mentiras, enemigo, tentador, etc., y otros tantos apelativos que le hacen ver como una persona. Será en el libro de Apocalipsis o Revelaciones, donde la figura de Satán logra posicionarse como una entidad poderosa, capaz de enfrentarse a la deidad abrahámicas con millones de legiones a su cargo. (Continuará…)
[1] John Milton. 1995. El paraíso perdido. Pág nº3. Sopena, Barcelona.
[2] La palabra <dios> es conscientemente escrita por el autor con minúsculas, a modo de blasfemia.
[3] Gueinom: En hebreo se le llama así a una especie de tina de lavado o una fuente de purificación. Como explica la tradición rabínica, ese concepto que ha sido mal traducido como infierno, no es otra cosa que un proceso de limpieza interna que deben realizar los ya muertos. El rabino Aron Moss, entrega una explicación muy didáctica del origen etimológico de este concepto. Y cito: “Cada acto que realizamos en esta vida deja marcas en ella. Las cosas buenas la resaltan y elevan, mientras que las malas acciones dejan manchas que deben ser removidas. Si, al final de nuestros días, dejamos este mundo sin haber enmendado las malas acciones que cometimos, nuestra alma no pude acceder a su lugar de descanso en las alturas. Debemos pasar por el ciclo de lavado primero. Nuestra alma es sometida a un calor espiritual intenso para quitarle todo posible residuo y prepararla así para entrar al Cielo”
https://es.chabad.org/library/article_cdo/aid/3005393/jewish/Los-judos-creen-en-el-infierno.htm
[4] Gehena: En griego se le llama así a una zanja ubicada el sector suroeste de la ciudad de Jerusalén, donde se arrojaban cuerpos de animales y criminales, basuras y otros tantos desechos de los pobladores. Ese lugar funcionaba como un incinerador, evitando que los olores pestilentes de los cuerpos en descomposición o la basura misma llegasen a la ciudad. Por eso la excavación era profunda y de difícil acceso a la ciudadanía. El fuego que hacía arder los desechos era alimentado con azufre, que cumplía la función práctica de acelerante. En ese lugar nunca fueron arrojadas personas vivas y las imágenes infernales que hoy tenemos, han sido malas interpretaciones o intencionales tergiversaciones utilizadas para reafirmar dogmas y sacar provecho de ellas. https://www.significadobiblico.com/gehena.htm
[5] Disciplina que estudia las escrituras “sagradas” de manera objetiva, considerando el carácter etimológico, contexto histórico y antecedentes previos de la zona donde se originaron los supuestos relatos. Esta forma de análisis más que exegético es minucioso tomando palabra por palabra, pero centrado en los escritos originales e idioma original.