-¿Quién eres tú? -preguntó el Principito-. ¡Qué bonito eres!
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el Principito-, ¡estoy tan triste!
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado.
-¡Ah, perdón! -dijo el Principito.
Pero después de una breve reflexión, añadió:
-¿Qué significa “domesticar”? […]
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa “crear lazos… ”
-¿Crear vínculos?
-Efectivamente, […] ¡Por favor… domestícame! –dijo el zorro.
El principito (Antoine de Saint-Exupéry)
El BDSM se nutre del protocolo y la disciplina. Cualquier práctica de esta sexualidad alternativa se puede realizar como recurso sexual, pero, sin el protocolo y la disciplina, no es BDSM sino un juego erótico más, lo cual no comporta que sea mejor ni peor (la mejor sexualidad es la que uno elija y con la que disfrute), pero pierde parte de su esencia. Otro elemento de gran importancia además del protocolo es el simbolismo que encierra cada una de las prácticas, que lo distingue de la sexualidad normativa, o vainilla. El collar es un imprescindible en este aspecto.
Un collar en términos BDSM no es una joya de valor incalculable propia de Galería del Coleccionista (esto más bien se lo dejamos al señor Grey, que no practica BDSM, sino hipergamia). El collar en el BDSM es una tradición que podría ser análoga a la pedida de mano o al anillo de compromiso en las relaciones vainilla. Se trata del procedimiento por el cual el Dom le coloca un collar a su sumiso. Este exquisito acto simboliza el compromiso por el que el Dom acepta al otro como su sumiso y en el que el sumiso acepta a su Dom como Amo. Es la representación de que se ha creado un vínculo.
El collar se ofrece por el Dom a su sumiso. Que el sumiso lo lleve, o no, en público es decisión del Dom, pero, si se pertenece a una comunidad BDSM, lo más normal es que el sumiso acuda a los eventos con el collar, ya que es la señal para que el resto sepa que tiene dueño.
Este procedimiento se puede hacer en privado, como parte de una sesión, o realizar una ceremonia pública si se pertenece a una comunidad. Esta celebración se denomina La Ceremonia del Collar y tiene un protocolo estructurado.
No obstante, aunque no se pertenezca a una comunidad BDSM, el Dom debe collarizar a su sumiso como acto de respeto y compromiso.
Cada Dom puede elegir la forma o el ceremonial para collarizar. Desde el momento en el que el Dom collariza a su sumiso, éste debe llevar el collar en las sesiones. A muchos Amos les gusta ser ellos quienes pongan el collar antes de comenzar cada sesión, mientras que otros Dom prefieren que el sumiso se presente con el collar puesto. Sea como sea, el collar pertenece al Dom, no es un regalo. El collar es propiedad del Amo. El sumiso debe entregarlo al terminar la sesión a su Dueño.
Cuando se collariza al sumiso, lo más normal es que sea el Dom quien le coloque el collar. En este momento, el Dom puede renombrar al sumiso y elegir un nombre para él, el cual lo identificará desde ese momento en las sesiones. Muchos Amos posesivos no permiten que el nombre del sumiso sea conocido.
El nombre se puede elegir al gusto. El Dom puede dejarle el nombre que el sumiso usa, sea su nombre verdadero o un alias. El Dom también puede elegir un nombre que le guste, ya sea por su sonido o como nombre en sí. A muchos Dom les gusta poner un nombre que defina la principal característica del sumiso (suave, mansa…). Esta última opción da pie a la humillación, si ésta es del gusto del Domitor, ya que puede usar un nombre despectivo (esto depende de la dinámica de la relación). El factor psicológico asume en este punto un factor importante, ya que se puede jugar con la humillación desde el primer momento de la collarización. Puede ser un nombre despersonalizador (como en Historia de O, en la que la sumisa estaba tan anulada que ni siquiera tenía nombre). Así, se puede utilizar un número, una letra o directamente llamarla “sumisa” o “sumiso4”.
Si vas a collarizar a tu sumiso, piensa el nombre detenidamente, porque después no se lo podrás cambiar. Recuerda que no es un nick que usas en un grupo de Telegram. Así que no te precipites y le pongas un nombre cómico, en un ataque de sentido del humor, ni tampoco un nombre exótico y complicado, en un ataque de pedantería estética.
El sumiso debe aceptar su nombre, sea cual sea. Olvidar el nombre es una falta muy grave para el sumiso. Puede ser motivo de castigo severo o de retirada de collar.
Un Dom nunca pondrá un collar a un sumiso si no desea mantener con él una relación de compromiso estable, así que el sumiso que no está collarizado no está aún aceptado como tal por su Dom.
Cuando el sumiso acepta el collar, se compromete con su Amo según lo pactado. El collar es un orgullo para el sumiso y así debe exhibirlo, puesto que es el símbolo de haber sido aceptado por su Amo.
Ningún otro Dominante puede acercarse a un sumiso con collar.
Hay varios tipos de collares, cada uno con un significado diferente:
–Collar de consideración. Se ofrece al principio de una relación viable. Algunos Dom usan un anillo o una pulsera en lugar de un collar de consideración. Se usa para simbolizar que el Dom tiene interés en aceptarlo como sumiso, más allá de las sesiones puntuales, si este lo desea. Es decir, es como un acuerdo de compromiso. Este collar o anillo se debe llevar a los eventos en comunidad, para indicar al resto que el sumiso está comprometido.
–Collar de entrenamiento. Este collar se entrega después del collar de Consideración, aunque es opcional. Se usa en las relaciones en las que el Dom instruye, domestica o doma a su sumiso, para que se comporte tal y como el Amo quiere. Este collar suele ser de cuero. Se puede usar un collar de perro directamente. Cuando un sumiso acepta este collar, está aceptando que se le imponga la disciplina que el Amo precise. Por consiguiente, acepta que se compromete a complacer y servir a su Señor.
–Collar de esclavo o collar formal. Es el collar de unión final. Cuando un Dom entrega a su sumiso el collar de esclavo significa que se quiere formalizar la relación Amo/sumiso. Esto implica que entre ambos se establece un vínculo de entrega, respeto y devoción. Este collar suele ser de cuero o metal, y es común que esté personalizado para el sumiso, a diferencia del collar de entrenamiento. Algunos collares llevan tallado el nombre del sumiso.
Si un sumiso lleva un tiempo con su Dom y no ha sido collarizado, puede vivirlo como un fracaso, ya que se considera que su Dom aun no lo acepta totalmente como sumiso. En este caso, es recomendable que, con el máximo respeto, el sumiso le comunique su sentimiento al Dom y le pregunte los motivos de no ser considerado merecedor del collar, con el fin de mejorar y ser digno.
Asimismo, un Dom debe collarizar a un sumiso si desea ser su Amo. No collarizar a un sumiso que se valora es un error. El collar supone un honor para el sumiso y es una muestra de que se le estima, respeta y aprecia. Un Dom jamás usará el collar como herramienta de chantaje o como premio de un juego. Tampoco se lo retirará como castigo (hay otras formas de castigo), a no ser que se haya cometido una falta muy grave. El collar es un símbolo serio.
En las relaciones vainillas, muchas personas no entregan un anillo a su pareja por miedo al compromiso, pero la práctica BDSM debe estar libre de estas inquietudes y por ello se diferencia, entre otras cosas, del compromiso sentimental normalizado.