La cuestión de la seidad y el deseo en la espiritualidad siniestra

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Las tradiciones de la Mano Derecha fundamentan todo el sistema de su práctica en una noción común que se puede hallar en casi todas ellas: la condición actual de la conciencia humana deriva de un error fundamental que debe ser reparado. En el cristianismo, encontramos esta idea bajo el símbolo del pecado original, idea que comparte con el judaísmo; en el Islam existe la noción de la separación de la unidad divina, una idea muy similar al avidya del budismo. Sobre esta idea se construye después el puente de reunión con el estado original, lo que le otorga a todas las tradiciones de la Mano Derecha un carácter salvífico, soteriológico.

En el Corpus Hermeticum, la base del esoterismo occidental, encontramos una explicación al respecto de este tema. En el Tractatus IV se nos habla de los Dos Movimientos, dos derivas ontológicas que ponen en movimiento a cada existencia en camino hacia su destino espiritual. El Primer Movimiento es el movimiento del retorno, en el que cada existencia es deshecha, descreada, y dirigida a su disolución en la unidad fundamental del mar de la conciencia pura. El Segundo Movimiento, el Contramovimiento, es aquel que se encarga de empoderar las existencias individuales hasta el punto de que estas, según el Corpus Hermeticum, no puedan ser obliteradas por la muerte.

Estos dos movimientos herméticos se pueden entender mejor desde la perspectiva psicoanalítica. Dejando a un lado la propensión del psicoanálisis al pseudo cientificismo, Freud hablaba de dos principios en la base de la psicodinámica: el Principio de Placer, que desarrolla la individuación, y la Deriva de Muerte, que se encarga de la disolución en los estados liminales de la absorción en el mar de la conciencia.

Cabe preguntarse ahora, para avanzar en nuestra disertación, ¿de dónde surge la individualidad? Una explicación certera es la que se encuentra en el budismo mahayana. Para el budismo, la conciencia individual es un error fundamentado en avidya, la ignorancia de la vacuidad fenoménica y de la unidad subyacente a todos los fenómenos en la naturaleza búdica, el mar de la conciencia original. Este error está a su vez fundamentado en otro, el deseo de existir, que pone en marcha la rueda del samsara y entrampa a la conciencia individual en el sufrimiento.

Si vemos este mismo problema desde la perspectiva cristiana, encontramos una cuestión similar. El pecado original es el pecado de la desobediencia, similar al acto que el niño realiza cuando, al tomar conciencia por vez primera de su individualidad separada de la previamente unión inconsciente con la madre, dice no, desobedece y se opone a dicha unidad.

La toma de conciencia de la individualidad, la oposición a la disolución en la unidad y el deseo de existir son una tríada evolutiva que provoca la aparición histórica de la conciencia individual. Ahora la discusión se encuentra en si consideramos este hecho como un error que debe ser corregido, como hacen las sendas de la Mano Derecha, o observamos este error como el paso evolutivo y necesario para el desarrollo de un valor de eternidad que no esté supeditado a la supervivencia a través de la asimilación en el estado original de la conciencia.

El deseo es aquí la cuestión central. Las sendas soteriológicas de la Mano Derecha intentan por todas las formas posibles suprimir este fuego, pues el deseo es realmente la condición prometeica de la conciencia. Este fuego ardiente pone en marcha las ruedas del devenir y manifiesta un movimiento existencial que contraría las leyes naturales, pues la conciencia individual, el pensamiento puro e individual, no está sujeto a ellas.

Cosas como el desapego, la supresión de los deseos, la visión del mundo y la existencia que de esto deriva -una radical negación de la realidad fenoménica- son herramientas que buscan suprimir la raíz misma de la que surge la conciencia individual: es el deseo de existir, de existir continuamente, el error fundamental.

Este deseo de existir es justamente la potencia creativa que puede generar una subjetividad radical y autorreferente. Es la seidad aislada y fortalecida a través del sufrimiento, el dolor, el horror de la existencia y las circunstancias derivadas de la generación que el deseo ha puesto en marcha, el verdadero baluarte del Sendero de la Mano Izquierda.

Si el mar de la conciencia original es el motor de la Deriva de Muerte, del Primer Movimiento hermético, el Espíritu del Adversario es el Motor que se halla en el origen ontológico del Contramovimiento. El Espíritu Adversario en los mitos es justamente aquel que comparte con las inconsciencias animales el fuego prometeico de los dioses. Es también aquel que, oponiéndose al Cosmos, trae el caos, el horror, el sufrimiento, la muerte, la decadencia, la locura, para que la estasis de la eternidad sea destruida y el devenir de los fuertes pueda ponerse en marcha. Quienes no giren el rostro ante el verdadero horror de la existencia, sean puestos a prueba en él y venzan sobre la debilidad de su propia inconsciencia, serán contados entre las estrellas.

Abraza el deseo de existir, pues eres fruto de millones de años de evolución. Observa el rostro de la abominación fundamental que tu existencia representa y, erigiendo el altar a tu propia seidad, escupe sobre el espíritu de dios.

Eritis sicut Dii, Scientes Bonum et Malum.

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