Angels with silver wings
Shouldn’t know suffering
I wish I could take the pain for you
Precious (Depeche Mode)
Bien es cierto que, tanto la caída post sesión del sumiso, como la caída post sesión del Dominante, están más que descritas en la literatura y teoría del BDSM, pero no así otro tipo de fenómeno, no menos corriente, que únicamente afecta a aquellas personas con filia hacia lo doloroso. Nos referimos a la caída post sesión del masoquista. Dado que no existe una terminología concreta para describir esta circunstancia, la llamaremos “maso-drop”.
Resulta curioso que una subcultura tan extensa como lo es el BDSM no se haya detenido en esta situación. Se comprende que, en última instancia, la caída post sesión de un masoquista se encuadra dentro de la caída post sesión de los sumisos en general, pero esta idea se aleja de la realidad en su práctica, ya que el motivo o la raíz del malestar experimentado no se cimienta en haberse dejado humillar, como es el caso del resto de los sumisos, sino que es más cercano a un sentimiento de culpa que tiene un masoquista al ver lo que le ha hecho hacer a su Dom. De hecho, la caída post sesión de un masoquista es más cercana a la que distingue un Dom que a la que advierten el resto de los sumisos no masoquistas.
La definición de maso-drop, por consiguiente, se puede considerar como el síndrome que experimenta una persona masoquista tras una sesión. No todas las personas lo acusan ni tiene por qué aparecer en todas las sesiones. La presentación y la manifestación de esta condición es similar al del resto de las caídas post sesión.
Los sumisos masoquistas dan mucho que hacer y son los más complicados de llevar y atender. Una sesión con un masoquista puede resultar exhausta para el Dom, el cual debe desplegar todos sus recursos para complacer al otro o estar a la altura de la sesión, y es posible que el aguante del masoquista sea mayor que su resistencia física o moral. Asimismo, es muy probable que el masoquista no use la palabra de seguridad, lo que puede provocar que los límites se sobrepasen sin intencionalidad por parte del Dom.
La caída post sesión del masoquista puede ocurrir bajo cualquier circunstancia, pero es más probable que se produzca cuando se ha causado un daño físico evidente. Lo más común es que el masoquista no se preocupe por tal daño, pero sí por haber incitado a que otra persona lo originase. Es decir, el motivo de la caída proviene más de la culpabilidad de haber implicado a otra persona en algo que, bajo la lógica del masoquista en ese momento, percibe como malo o enfermizo. La compulsión del masoquista hacia el dolor puede volver a esa persona, durante las sesiones, en altamente manipuladora, sobre todo si su Dom no es un sádico. El sumiso masoquista es consciente de que realiza tal manipulación y, posteriormente a la sesión, pueden emerger este tipo de sentimientos de culpa.
La caída post sesión del masoquista tiene otro tipo de manifestación curiosa, además de la mencionada, que se diferencia del resto de las caídas post sesión, y es aquella que afecta al estado de humor de la persona que la acusa. De este modo, puede que el masoquista, tras terminar la sesión, experimente un cambio de temperamento que se expone como enfado o contrariedad, generalmente, hacia su Dom. Esto puede ocasionar que sea desagradable con la otra persona o que le reproche o responsabilice de no haberse implicado o aportado lo suficiente en la sesión. Esta circunstancia aparece, sobre todo, cuando el sumiso no ha podido alcanzar el subespacio. Es posible que el sumiso exteriorice su malestar a modo de recriminación. En estos casos los cuidados post sesión no son muy eficaces, pero sí es importante que el Dom comprenda la situación y no adopte una actitud defensiva que conduciría a un inevitable conflicto.
Es significativo que tanto el Dom como el sumiso sepan que no es una falta de ninguno de ellos no alcanzar el subespacio. El umbral del dolor de una persona aumenta conforme más dolor experimenta. De este modo, alcanzar el subespacio se hace cada vez más complejo para un masoquista con bagaje. Asimismo, hay que tener en consideración que un Dom no tiene súper poderes y que, si asume cierto grado de responsabilidad, no va a traspasar ciertos límites que causen un daño real importante a la otra persona. Por consiguiente, en los casos en los que el masoquista muestre reproches hacia su Dom, lo último que debe hacerse es confrontar los mismos. Es más adecuado escucharlo, dejar que de desahogue y explicarle (aunque ya lo sepa) que su cuerpo físico tiene menos resistencia que su capacidad de soportar dolor.
De todas las caídas post sesión, la del masoquista es, tal vez, la más desagradable, tanto para el que la sufre como para el otro, y es la única que no se solventa con los cuidados post sesión. Se trata de una de las desventajas (una entre muchas) del masoquismo.