Aspectos éticos y estéticos del lado oscuro de la naturaleza humana

No sabría decir por qué, pero me resulta casi inevitable sentir cierta atracción (no sexual) por los villanos de las películas, las series, los libros y de los videojuegos. Seguramente no sea el único que sienta algo así. Muchas personas ven en el arquetipo del villano algo que les fascina. Una combinación de una estética fulminante y una ética tan sombría que el contraste entre ambas proyecta una imagen que nos hechiza. Esto bien pudiera ser por una afirmación del lado oscuro que, por otro lado, es negado en la realidad. ¿Quién podría sentirse atrapado por personajes como Hitler, por genocidas y asesinos causantes de millones de muertes, guerras y miserias? Quizás una mente enferma, o quizás alguien lo demasiado radicalizado, lo suficientemente fundamentalista e ignorante como para poder ver más allá de sí mismo.

Lo cierto es que ese lado oscuro, esa parte oscura de nosotros mismos es negada y reprimida. Nos autoconvencemos de que “nosotros no somos así” pero nos deleitamos ante una escena repleta de sangre, ante la atenta y fría mirada del asesino dispuesto a segar una vida para complacencia personal, ante las fauces de la bestia que devora a su presa, ante la ruina y la miseria humana. Esto es así y lo es por el éxito de la literatura y el cine de terror. Si no sintiéramos eso, no tendríamos la necesidad de ver ese tipo de contenido. Las salas de los cines no rebosarían de personas ansiosas de ver a su villano favorito. Es más, nos daría asco, repulsión. Cualquier simple mención sería negada. Pero resulta que esto no es así.

Rechazamos ese lado oscuro y tenebroso en la vida real. Cualquier persona sensata y con dos dedos de luces sabría y querría respetar la vida y la libertad de los demás. Para los satanistas la vida es sagrada (si puede utilizarse el término sagrado en nuestro contexto), y nada más que la supervivencia propia podría “justificar” una muerte, ya sea de una persona u animal (en caso de que nuestra vida esté en peligro, por ejemplo).

Sin embargo, pese a su rechazo en la realidad cotidiana, no hemos conseguido eliminarla. No al menos del todo. Sus tenebrosos tentáculos hacen acto de presencia cuando nos disponemos adentrarnos en el mundo de lo fantástico donde todo está permitido. Al fin de cuentas es fantasía, no hace daño a nadie ¿no? ¿verdad?

Parece ser que esto ya no es así. Recientemente ha surgido una polémica con el videojuego Hogwarts Legacy por poseer un sistema libre de moral. Es decir, no sigue el guion en el que somos parte de bien que se dispone a acabar con una amenaza de las fuerzas malignas. Al contrario, no hay bien ni mal más allá de lo que uno decida que es bueno o malo. En este caso la polémica de la que hago referencia tampoco viene dada por la parte de J.K. Rowling cuyos comentarios no dejan lugar a duda a su incipiente transfobia. Más bien, está orientada a hechos como la sublevación de los elfos, en la que representamos el papel de mago (y, por ende, opresor) y debemos acabar con la rebelión de aquellos que piden libertad (oprimidos, recordemos que los elfos domésticos son esclavos) e, incluso, por la posibilidad de ser mortífago (realmente, el término lo acuñó Voldemort, y el juego está inspirado un siglo antes de los sucesos acaecidos en los libros) y lanzar maldiciones tenebrosas o matar a inocentes: eres un nazi, vociferan algunos, al ver que puedes estar de acuerdo con tales hechos dentro de un videojuego de mucha fantasía.

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Y es así, hay quienes han visto un ápice de fascismo o, mejor dicho, de nazismo en todo lo considerado con adorar, o, mejor dicho, sentir cierta atracción por la estética oscura de los villanos. Claro, es un videojuego hecho para nazis. Gente que carece de código moral alguno y le gusta infligir sufrimiento en los demás. Naturalmente he de imaginar que quien defiende semejante bazofia intelectual jamás habrá visto una película de terror o de asesinatos. Jamás habrá jugado a sagas como GTA (cuya moralidad es altamente cuestionable) ni tampoco habrá participado en un juego de rol (porque representar a un villano te convierte automáticamente en un nazi).

Realmente, el problema es bastante más profundo de lo que podemos imaginar, y tiene dos aspectos importantes a destacar: la estética y la ética.

Los aspectos estéticos no tienen por qué estar seguidos de una ética. Es más, podemos ser amantes de la simbología nazi y repudiarla hasta la saciedad. Sabemos lo que hicieron, conocemos el genocidio y lo rechazamos, pero nos gusta la forma que tienen de expresar ideas, su arte, sus formas, su manera de hacer las cosas, aunque nos repudie esas cosas. Pero es la manera, alejado del hecho en sí.

En este aspecto me gusta poner de ejemplo lo más significativo y oscuro que ha podido contemplar el ser humano para romper con los límites imaginables de la ética y la estética, pues solo así se me hace posible comprender cómo funcionan las cosas.

En cuanto a la ética se refiere, se trata, a mi modo de ver, de la negación de ese lado oscuro humano. La doble negación de sí. Conocer y aceptar tu lado oscuro en el mundo real te puede llevar a controlar tus acciones y a respetar la vida de los demás, pero si eso se convierte en una negación estaremos reprimiendo algo que forma parte de nosotros (el cómo eso ha llegado a formar parte no nos interesa ahora mismo) y tendrá el efecto contrario a darle rienda suelta: acabará con nosotros. Pero si, para mejorar la situación, negamos esa parte nuestra en la fantasía, solo conseguiremos autodestruirnos por completo. Conocernos y aceptarnos es parte del aprendizaje que conlleva adentrarse en el Sendero Siniestro. Ganar control y voluntad es uno de los objetivos. Quien camina en las sombras es aquel que ha reconocido su lado tenebroso.

Y cuando conoces todo esto ganas en responsabilidad individual. Porque has hecho consciente aquello que antes desconocías por completo. Ser responsable significar saber que cada acción tiene sus consecuencias y asumirlas por completo hasta la última gota. Cuando eres responsable entonces, y solo entonces, comienzas a construir un marco moral basado en el conocimiento y en la razón. Ahí es cuando te das cuenta de todo lo atroz del ser humano, de como la gente escurre el bulto cuando hace algo que no está bien. En mi caso, y solo puedo hablar por mí (desconozco como piensan realmente los demás), me dí cuenta de como ese sufrimiento provocado por ciertas ideologías y sistemas políticos y/o económicos nos han conducido a la peor de las pesadillas. Hay males que son totalmente innecesarios, inservibles y cuya única enseñanza posible de extraer es no volver a repetir lo mismo en un futuro cercano.

En tanto, se nos une la hipocresía de esta sociedad unida a una moral cada día más rígidae irreflexiva que nos conduce a destinos opuestos a los que queremos llegar. Nosotros somos afirmación de sí, conocimiento de sí. No su negación. Buscamos libertad y responsabilidad individual, y esa libertad y responsabilidad solo es posible si practicamos y aplicamos el autoconocimiento y reconocimiento de nosotros mismos. Porque no hay nada más peligroso que negarse a uno mismo, ¿verdad o no?

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