Por: Azazel Ibn Sheitan
Sacerdote
Templo de Satán Chile
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“(…) haz como el escultor que debe crear una estatua hermosa: quita, cincela, pule y limpia hasta que aparece el bello rostro de la estatua. Del mismo modo tú también debes quitar todo cuanto sea superfluo y enderezar lo torcido, purificando lo siniestro para convertirlo en brillante, sin dejar de esculpir tu propia estatua hasta que brille en ti la claridad divina de la virtud.”
Plotino, Enn, I 6
En cuanto despierta la perspicaz curiosidad intrínseca del ser humano por indagar sobre el satanismo y conocer sus orígenes, sus propuestas y cosmovisión, la mayoría de las personas generalmente recurren a sitios y páginas alojadas en distintas redes sociales. Algunos de estos espacios son abiertos a todo público; sin embargo, el contenido con autor desconocido puede llegar a ser contraproducente, si no existe detrás una guía seria que conduzca el camino de un prosélito.
Muchos podrán estar en desacuerdo con mi tesis de contar con un adalid que encamine cual oráculo el sendero de quienes son bombardeados por decenas o quizás centenares de ofertas para hacer pactos con el Majestuoso Satán, eso sí, por la módica suma de unos generosos ceros en la chequera o en transferencia bancaria. Se puede agregar a esto un sinfín, de propuestas para ser un gran millonario o un famoso personaje icónico, si «pactas» supuestamente a través de estafadores profesionales.
A los nuevos indagadores de la excelsa luz de Baphomet les digo: tengan cuidado con los peligros que puede conllevar ese tipo de exorbitantes ofertas, ante todo deben ser perspicaces y cautelosos. Las defraudaciones y delitos vía redes sociales están a la orden del día. Esto afecta, mayoritariamente, a los sinceros buscadores de la «libertad», que representa el satanismo a través de su magnánima y nutrida filosofía, la que lamentablemente es manipulada por personas sin escrúpulos.
De esa «liberación» precisamente quiero hablarles. Cuando uno comienza este solitario e incomprendido sendero, sientes tal grado de autonomía y euforia que puedes llegar a caer en un cierto grado de egolatría y hedonismo tal que podrías cruzar un límite negativo y no constructivo. Las palabras Solve Et Coagula escritas en ambos brazos de Baphomet, según su etimología más básica, significan, literalmente, «Disolver y Unir»; si bien esto hace referencia a los procesos de alquimia, también tiene un trasfondo sociológico intrínseco.
La exégesis interpretativa de ambas palabras sería algo así como: (de lo disuelto – construye) o (de lo separado – une). No se necesita ser un gran exégeta para deducir, que la invitación es a que te re-construyas, tal como la icónica escultura clásica de un hombre esculpiéndose a sí mismo. El satanismo moderno, es precisamente un vehículo de perfeccionamiento, crecimiento, auto conocimiento, auto realización y trascendencia, basado en la libertad individual, pero sin perder la responsabilidad hacia uno mismo.
La libertad es un bien de incalculable valor, añorada por quienes la perdieron, y pocas veces apreciada por quienes la tienen. Recordemos que, en pleno siglo XXI alrededor del mundo, son millones los esclavos de ideologías políticas totalitarias que dirigen la vida de sus ciudadanos. También determinadas religiones lo hacen, «moderando» el actuar ciudadano bajo premisas dogmáticas, imponiendo incluso apremios físicos o que incluyen la pena de muerte a quienes contravienen los códigos («morales») de esas naciones teocráticas.
Somos afortunadas y afortunados de haber nacido en países medianamente democráticos en los que podemos declararnos satanistas, ateos, gnósticos, herejes, discordianistas, hechiceros, góticos, etc., etc.… sin sufrir apremios físicos, cárcel o pena de muerte por ello. Sin embargo, la «Libertad» de la que gozamos abiertamente también conlleva grandes responsabilidades., y para un satanista es esencial entender que nuestra libertad termina cuando comienza la de los demás.
Aunque esta frase es un cliché, los fundamentos del satanismo moderno orbitan sobre comportamientos éticos bien fundamentados. No olvidemos las recomendaciones que Anton LaVey nos hace en los 11 mandamientos satánicos, para ser más exactos en los números 3, 4, 5 y 11, donde nuestras libertades se ven limitadas y supeditadas a la de los demás (valga la redundancia), teniendo que ser prudentes en nuestro trato social, en consideración con el espacio vital de otros y en no violentar a otras entidades.
Cada acto acarrea reacciones. Por eso, aunque esa hilaridad que trae consigo la libertad es efusiva y tiende a hacernos creer que somos dueños del universo, tenemos que comprender que esas fuerzas «autodeterminadoras» debemos concentrarlas en nuestro crecimiento y no en nuestra destrucción. En el satanismo puedes gozar de una vida sexual diversa, puedes cumplir tus fantasías, gozar de diferentes cosas que te hacen feliz, pero debes ser mesurado, pues algunas de ellas podrían llevarte a un precipicio.
El satanista, tiene la absoluta libertad de hacer «lo que desee», pero también está «consciente» de que todas sus acciones que persigan beneficio propio, autocomplacencia y autoconocimiento deben ser resueltas con el máximo intelecto posible. Todos los medios por los cuales llegues a ese disfrute (intelectual, sexual o espiritual) deben ser transparentes. Eso implica que no provoquen dolor, ruina, decadencia, violencia ni vejaciones a terceras o terceros. Cuando alcances ese plano, serás entonces un ser auto realizado y habrás legado a las generaciones un ejemplo satánico a seguir.
¡Ave Satani, Dei Nostri Excelsis! Domine Et Sapientia, Cognoscere Et Sapere…