Satanismo: Mitos y Realidades en la Era Digital

24.9

Por Martín Alexis Olmedo (aka Marte)

Descargo de responsabilidad: El autor de este artículo no es un representante oficial de la Iglesia de Satán, por lo que sus opiniones expresadas aquí no necesariamente representan a la organización antes mencionada. Para saber más sobre satanismo, por favor consulta www.churchofsatan.com

El satanismo ha influenciado personas de todo el mundo sin distinción de edad, etnia, género o clase socioeconómica. Rápidamente, el término se está normalizando entre un público multicultural. No obstante, la difusión instantánea de información en internet permite la propagación de datos incorrectos sobre la religión más temida del mundo. Los satanistas no estamos del todo sorprendidos. Estas delusiones han encontrado audiencia desde el Pánico Satánico de la década de los 80’s, quizá incluso desde antes. Por tal motivo, aquí se desglosan algunas de esas falacias, las cuales pueden ser desacreditadas a través de la herramienta satánica por excelencia – la razón.

Antes de empezar, definamos qué es la razón. Para propósitos de este ensayo podemos considerarla como la capacidad de reconocer los hechos de la realidad sin que exista contradicción entre ellos. Por supuesto, siempre existirán aquellos que generen debate sobre conclusiones verídicas y acordadas. No espero que crean en mis palabras y las tomen con fe: el satanismo demanda estudio, no adoración, ¿recuerdan?

Con esto en mente, prosigamos a desmentir algunos mitos comunes en torno a esta religión.

Mito 1: El satanismo es muy antiguo.

Para la sorpresa de muchos, el satanismo es un Nuevo Movimiento Religioso (NMR). De hecho, ¡no existía antes de 1966! Esta conclusión es respaldada por la ausencia de registros históricos creíbles que demuestren la existencia del satanismo como religión organizada antes de la fundación de la Iglesia de Satán por Anton LaVey. Previo al siglo XX, sólo existían acusaciones (la mayoría de veracidad cuestionable) esgrimidas contra disidentes y minorías en una sociedad dominada por el fundamentalismo cristiano.

Asimismo, los historiadores concuerdan en que no existe continuidad o conexión directa entre las prácticas del paganismo antiguo y el satanismo, lo cual significa que tampoco existía una tradición satánica positiva antes de la Iglesia de Satán. Para más información al respecto, se puede consultar The Invention of Satanism de Massimo Introvigne (Oxford

University Press, 2016); Satanism: A Very Short Introduction de Owen Davies (Oxford

University Press, 2018) y Satanism: A Social History de Jeffrey S. Victor (SAGE Publications).

Cuando LaVey publicó La Biblia Satánica en 1969, definió por primera vez en la historia al satanismo como una religión formal e institucionalizada. Algunos de sus detractores consideran que La Sinagoga de Satán (1897) de Stanisław Przybyszewski es el primer texto satánico fundamental, ignorando que Przybyszewski era un satanista tanto como Tolkien era un hobbit (su libro es una obra de ficción, no una exposición de creencias o prácticas satánicas reales). A su vez, quienes asocian a poetas románticos como Byron o Milton con algún tipo de “proto-satanismo romántico” ignoran el hecho de que sus obras no estaban orientadas al establecimiento de una religión organizada. Finalmente, casi me olvido de mencionar que muchos consideran a Aleister Crowley como fundador del satanismo, ¡lo cual sería acertado si Crowley no hubiese llamado “Thelema” a su religión!

Mito 2: El satanismo es adoración al diablo.

Si partimos de la premisa de que el satanismo no existía antes del siglo XX, cuando se escribió el primer texto religioso satánico, rápidamente se hace necesario precisar qué es y qué no es satanismo.

Desde su creación, se concibió como una religión atea que toma a Satán como símbolo de individualismo y soberanía personal – ¡no como una entidad externa que demande adoración! Lavey, el fundador del satanismo por consenso histórico (véase arriba el mito 1), nunca clamó recibir sus preceptos religiosos de algún ente sobrenatural. Dado que no había sido formalizado antes, la primera persona que lo hiciese tendría privilegios sobre la definición de una religión así.

La Iglesia de Satán hizo realidad la existencia de satanistas autoproclamados por primera vez en la historia registrada. En otras palabras, ya no era una amenaza conceptual inexistente que fuese utilizada como acusación en algún tribunal eclesiástico a conveniencia del cristianismo (¿recuerdan a los Caballeros Templarios de la Francia del siglo XIV?), ¡sino una religión establecida, formal e independiente!

¿Y qué es verdad sobre los satanistas? Para empezar, negamos categóricamente la existencia de Satán como deidad o ángel caído antagonista del Dios judeocristiano-islámico. Al contrario, Satán es visto como una mascota mitológica que representa: a) el triunfo del placer responsable sobre la mentalidad ascética y fatalista; b) el individualismo como alternativa al colectivismo insensible de las congregaciones religiosas convencionales; c) el uso de la razón como herramienta de cognición y el rechazo de la fe por promover ideas delirantes que, de ser tomadas en serio, conducen a la psicosis; d) la inconformidad productiva como medio para lograr una vida personalmente satisfactoria; y e) una fantasía entretenida que transforma el carácter individual a través de rituales que funcionan como psicodramas.

Lógicamente, al ser una religión establecida, está sujeta al Principio de Identidad tanto como cualquier objeto o conjunto. Dicho en otras palabras, la religión satánica es idéntica a sí misma y no puede ser alguna otra cosa contradictoria a su definición. Pero, entonces, ¿cómo se puede comprender lo que es satanismo legítimo? La Biblia Satánica de Anton LaVey y Las Escrituras Satánicas de Peter H. Gilmore hacen un excelente trabajo al establecer, elaborar y profundizar sobre esta religión manteniendo la coherencia de su concepción original. We Are Satanists de Blanche Barton también explora las influencias filosóficas e históricas que llevaron a la invención del satanismo.

¿No estás convencido? Bien, hagamos un pequeño ejercicio. Responde a cada pregunta presentada a continuación. ¿Quiénes creen en Dios Padre Yahvé (o Jehová) como entidad creadora y bondadosa? ¿Quiénes creen en Satanás como la contraparte a esta deidad? ¿Quiénes creen que estas entidades sobrenaturales tienen consortes y ayudantes (ángeles/demonios)? ¿No tiene más sentido pensar que el dogma de los adoradores del diablo es más cercano a la cosmovisión cristiana, tal y como el judeocristianismo ha sido definido?

Lo que nos lleva a…

Mito 3: El satanismo es lo que tú quieres que sea.

Por extensión, si el satanismo no existía antes de 1966, el momento histórico de su fundación constituyó su identidad y sus principios. A diferencia de otras religiones que se formaron entre cismas ideológicos e interpretaciones diversas de sus escrituras, la religión satánica no deja mucho espacio para ser reformada o interpretada.

El satanismo presenta las siguientes características:

  • Ateísmo.
  • Ego-teísmo (metáfora del individuo como su propio Dios).
  • Racionalismo.
  • Materialismo.
  • Un sentido oscuro de la estética.
  • Elitismo y socialdarwinismo.
  • Individualismo.
  • Epicureismo.
  • Un fuerte sentido de responsabilidad personal.
  • Apoyo a una sociedad secular (separación entre la Iglesia y el Estado).

Todos estos elementos han sido expuestos por la Iglesia de Satán y su canon literario. Si alguien se opone a alguno de ellos, simplemente no es un satanista. Por supuesto, legalmente cualquiera tiene todo el derecho a identificarse a sí mismo como tal… pero, como decimos los mexicanos, “del dicho al hecho hay mucho trecho”.

En lo personal, creo que las demás religiones no tienen este problema tan arraigado en su definición más allá de lo que respecta a la honestidad y compromiso de sus miembros. Alguien puede ser cristiano nominal y pisotear sus preceptos diariamente. (¿Alguien dijo hipocresía?) Sin embargo, difícilmente encontrarás a un católico que te asegure que asesinar primogénitos es una práctica canónica de su fe.

Las personas tienen el derecho constitucional de identificarse como deseen, pero eso no quiere decir que realmente sean aquello con lo que se identifican. En este sentido no se trata de ser exclusivo, sino lógico y coherente. Simplemente, no puedes afirmar que una silla se transformó en una motocicleta deportiva en cuestión de segundos… a menos que sufras alucinaciones causadas por psicosis. Una vez más, el Principio de Identidad entra en juego.

Aquellos que consideran que el satanismo debería cambiar o que se muestran descontentos por la definición que hemos expuesto usualmente abogan por alguno de estos comportamientos:

  • Teísmo y espiritualidad.
  • Hedonismo y comportamiento criminal.
  • Intrusión de dogmas religiosos en escuelas y espacios públicos.
  • Rebeldía improductiva que degenera en actitudes antisociales.
  • Sacrificio de animales y seres humanos.
  • Ascetismo y prácticas rituales autodestructivas.

Existe una razón por la cual los satanistas protegemos la definición de nuestra religión. No estamos interesados en honrar o respetar aquellos individuos cuyas actitudes no sólo amenazan a la sociedad, sino que traen de regreso un nuevo pánico moral de corte fanático religioso. De esta forma, nos aseguramos que el mundo sepa que nuestra epistemología se basa en la razón.

Mito 4: Existen tipos de satanismo.

Las supuestas “denominaciones” de satanismo pueden ser demasiado arbitrarias y confundir a aquellos que no son satanistas practicantes y desean estudiar este tema por alguna razón en específico. Me parece aún más preocupante encontrarme con algunos satanistas ingenuos que defienden esta categorización contradictoria y contraproducente.

A continuación, desgloso y desacredito algunas de estas “denominaciones”:

Satanismo tradicional o teísta: Bueno, he dicho suficiente al respecto en los mitos 1 y 2. Por lo tanto, ¡no existe tal cosa como el satanismo teísta! (Sugerencia provocativa: Si alguien desea adorar al diablo cristiano, eso está bien, pero… ¿Por qué continúan aferrándose a la identidad de “satanista”? ¿Por qué no tienen la valentía de llamarse “demonólatras” o “cristianos adoradores de Satán”? Nadie cuestiona su derecho a la libertad religiosa, ¿por qué no crean su propia religión con un nombre distinto al de una religión a la cual no pertenecen?)

Luciferismo: Lo mismo, estrictamente hablando sus fundadores reniegan de la etiqueta “satanismo”. Por lo tanto, el luciferismo no es satanismo.

Satanismo simbólico: Entonces, ¿alguien de esta rama simbólicamente es un satanista, pero en realidad no lo es? Se vuelve bastante confuso, sobre todo cuando se ha dejado claro que en el satanismo la figura de Satán es un símbolo, nada más. Por lo tanto, el adjetivo “simbólico” es redundante.

Satanismo racional: Lo mismo de arriba. El satanismo YA es racional en su epistemología.

Egoteísmo: Para el satanista, Dios es la entidad más importante en su vida. Por eso, él o ella misma escoge valorar su propia vida por encima de alguna quimera espiritual. Alguien me dijo hace tiempo que es estúpido y contradictorio que el satanista se denomine ateo al mismo tiempo que es su propio Dios. Por supuesto, mi respuesta se simplificó a la importancia de no confundir la metáfora con la realidad. Ser egoteísta y ateo sólo es una contradicción si crees tener los poderes de Zeus o Thor.

Satanismo laveyano: De nuevo, dado que LaVey fundó el satanismo, el adjetivo “laveyano” es redundante e inútil (consúltese la definición de pleonasmo). Como ya se desacredito en el mito 1, la religión satánica no existía antes de 1966. Vale la pena aprovechar este punto para desmentir que la Iglesia de Satán sea un culto de personalidad de LaVey. Él es el fundador de la religión, no su deidad. Cada satanista practicante se posiciona a sí mismo subjetivamente como su valor supremo, por encima de cualquier otra cosa o persona (incluyendo a LaVey). Incluso si existen satanistas que consideran a LaVey como una figura de admiración (admito que yo mismo soy un fan de la vida del Doctor), eso no significa que ellos sean más o menos “laveyanos” que otros satanistas.

Por último, me gustaría agregar que la condición esencial para que exista alguna denominación o rama de la misma religión estas deben compartir algún canon literario o teológico común que permita su diferenciación. Los casos mencionados previamente no cumplen con esa condición y tampoco ayudan a simplificar la naturaleza del satanismo en su conjunto.

Piénsese en el satanismo como un conjunto X, de tal manera que X-1 o X+1 no es igual a X. Nuevamente, el Principio de Identidad entra en nuestro auxilio. La adición o sustracción de alguna cualidad inherente a esta religión no crea una nueva “rama”, sino algo similar pero no necesariamente idéntico.

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Estos son sólo algunos de los mitos más comunes en la era digital en torno al satanismo. Probablemente, existan muchos más que valga la pena discutir en alguna ocasión. Sin embargo, ese trabajo podría ser tan extenso que requiera la escritura de un libro completo o se repita información que ya se ha mencionado en otras obras literarias maravillosas. Sin nada más que agregar, me despido en esta ocasión.

¡Salve, Satán!

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