Tu voluntad será toda la Ley
Aleister Crowley
¿Qué paradigma del satanismo es más significativo que el individualismo? No en vano, es sobradamente conocido que la figura de Satanás se determina como el gran arquetipo de la rebeldía. Satán se ensalza como símbolo de la encarnación del acusador que transita contra corriente y es adversario de los cánones normativos.
Son muchos, por consiguiente, los satanistas que se identifican con el concepto de antinomismo y defienden todo movimiento de oposición a la ley moral. Este enfoque, que en su naturaleza se percibe como lógico en el contexto del LHP, se ha llegado a corromper en tal medida que su divulgación y manifestación se ha extendido, infectando hasta la médula de la esencia individualista. Y esto no ha ocurrido sino por el mal contagioso que acusan multitud de ideologías: la malinterpretación fruto de la estupidez.
La filosofía del LHP en general, y del satanismo en particular, no radica en una rebeldía social absoluta en la que hay que sublevarse por el mero hecho de desobedecer. Este proceder no solo carece de lógica, sino que resulta sumamente absurdo.
De este modo, oponerse por sistema a todo lo establecido, a toda norma, por el mero y simple acto de rebelarse, sin razón ni sentido ni, obviamente, argumento, lleva a muchos a actuar de un modo en el que hacen el perjuicio suyo. Así, comportamientos que son nocivos para uno mismo se acatan y acometen, y todo por el hecho de contradecir sistemáticamente lo normativo. En el momento en el que esto ocurre, es imposible evitar el surgimiento de escenarios muy alejados del individualismo. Esto es el mal antinomismo.
La rebeldía de la que parte la ideología satanista radica en la oposición hacia aquello con lo que no se está de acuerdo, contra lo que debe ser aceptado, aunque no se comparta, en no servir a un juicio con el que no se coincide. Se trata de reverenciar los mandamientos propios, siendo indiferente su coincidencia, o divergencia, con la mayoría establecida. Y esta acción de indocilidad se ejecuta siempre por el provecho y beneficio propio, siendo el individuo la primera y más importante prioridad. Cuando la insubordinación va en contra del bienestar personal, cualquier vestigio de ideología satanista se desvanece en un acto sin valor ni coherencia.
Existen normas, nociones y patrones que convienen con nuestro modo particular de percibir una situación o que nos favorecen de modo directo. ¿Por qué no aprovecharlas? Oponerse a ello por el mero hecho de rebelarse excluye al individualismo. Pero no son pocos aquellos que, por precepto, actúan de este modo, rebatiendo toda idea propuesta y toda medida adoptada (aunque es posible que vayan el domingo a almorzar a casa de su suegra, por poco que les agrade).
El mal antinomismo aniquila pues al individualismo, provocando que este pierda su designio cardinal. La rebeldía, la oposición y ser el adversario de aquello impuesto tienen un propósito: Desvincularse de la obediencia que nos somete y nos perjudica, a favor de la propia libertad, el propio provecho y de que nuestra voluntad sea la única ley.