Prejuicios

prejucio

Por: Isra A.R.

Instagram: @thelemico; Twitter: @Israzorboy

Según la Rae: Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.
Yo soy satanista. Esa una afirmación que por lo general causa una reacción casi tan prejuiciosa y divertida como cuando digo que soy bisexual o que fumo marihuana. Para algunas personas, soy un ser vicioso, degenerado y peligroso, un paria cubierto de tatuajes que encarna todos los males de La Sociedad. A sus mentes asombradas acuden de inmediato imágenes mías asesinando bebés, follando en cuartos oscuros, pinchándome heroína o todo a la vez. Ya les gustaría a ellos. ¿Y qué es eso?. Eso, niñas y niños son prejuicios. Y las personas que consiguen superar las barreras de sus prejuicios se dan cuenta de que en realidad yo soy un encanto de tío y que casi no hago daño a los bebés cuando los mato.

Entiendo que las personas tengan prejuicios, supongo que es lo normal en la especie humana. A nivel cósmico dejamos de ser animales hace menos de medio nanosegundo, así que supongo que será una especie de respuesta animal que aún permanece, una forma de protección primaria ante lo desconocido, un escudo ante lo que nos da miedo. Pero, claro, ya no nos dan miedo los lobos. No, ya no. La Sociedad actual tiene (ha creado) otros miedos ahora y por eso los prejuicios están a la orden del día. Son algo que, sin querer o queriendo, todos tenemos o hemos tenido.

Desde que somos pequeñitos, a la gente de esta parte del mundo, La Sociedad nos ha marcado el camino que debemos seguir para ser ciudadanos de provecho; incluso nos dicen las metas que debemos alcanzar, algo así como hacer que el burro camine mostrándole la zanahoria.

Nuestros padres nos inculcaron los mismos valores y creencias que a su vez les inculcaron sus padres a ellos, con la esperanza de que nosotros hagamos lo mismo con nuestros hijos y estos lo mismo con los suyos, y así hasta el fin de los días.

Parece ser, que nuestra herencia ética y moral se propagará ad infinitum junto con nuestro ADN.

Por desgracia, parte de esa herencia ética y moral no son más que un montón de miedos que ya no tienen sentido, pero La Sociedad los aprovechó para darle la forma de una gigantesca muralla con la intención de… ¿protegerte o evitar que salgas?. Mientras crecías y aprendías, La Sociedad, que es muy hábil y sibilina, fue añadiendo, sin que te dieras cuenta, unas peligrosas concertinas forjadas con intolerancia y los más afilados prejuicios sexuales, religiosos, raciales o de cualquier otra forma que puedas imaginar; hasta por si eres fan de Star Trek y no de Star Wars1. Cuando te cortas con esa mierda ya te digo yo que no te dan ganas de volver asomar la nariz por encima de la puta muralla.

Entonces te vuelves hacia tu rinconcito seguro, con cobardía, llorando y maldiciendo a las concertinas (te sientes atraído por gente de tu mismo sexo, pero eso no es natural; esos putos negros te hacen sentir diferente, que se marchen; esos degenerados satanistas que adoran al demonio… Da igual. Quien sea. Todos son malos menos tú). Y luego le hablarás a tu descendencia de esas concertinas advirtiéndoles que extramuros no hay nada que ver, gentuza nada más. Gentuza y dolor. Y así sigue y sigue…

Pero… ¡Ay!, si consigues superar ese dolor lacerante y lo vuelves a intentar, te darás cuenta de que estar intramuros es una mierda porque no es necesario. No hay nada de lo que estar a salvo. No hay amenazas reales. No hay lobos cuando te das cuenta de que tú eres el lobo. Oh maestro, ¿y eso cómo se consigue? Yo también quiero ser un lobo. Pues, no lo sé, pequeño saltamontes. Supongo que respetando a la peña, estando dispuesto a destruir por completo tu sistema de creencias y aceptando una postura de la vida más realista. Cuestionando todas las cosas, aceptando tus instintos y tu humanidad con sus vicios y sus virtudes. Respétate y replantéate todos esos prejuicios de mierda. Ese sería un buen comienzo.

Y ahora mientras tomo el último sorbo de cerveza y reviso este artículo, pienso que quizás los prejuicios podrían ser cosas vivas. Una suerte de entidades metafísicas que se alimentan de miedo e ignorancia. Una especie de virus maligno que se contagia de forma oral. Una idea viva, llena de malicia, que infecta al Ser Humano (Dios) y lo transforma en animal.

¿Podría ser?

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1En realidad esto es una discusión absurda. Si hay alguien tan imbécil como para preferir Star Trek, no merece estar en el bando de Star Wars. ¿Ves?, yo también tengo prejuicios. Seguro que hay gente maja que le gusta Star Trek, pero a ¿quién le importa esa gentuza?. Otro más.


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