Es un día cualquiera, entras a un bar y observas a las personas que están a tu alrededor. A los pocos minutos de entrar, te fijas y te das cuenta de que algunas de esas personas que están sentadas tomándose tranquilamente sus bebidas comienzan a reírse. Automáticamente piensas: «¿tengo la bragueta bajada?; ¿se están riendo de mi pelo?». Si ocurre esto puede significar una cosa: existe un problema de autoestima.
Las personas percibimos el mundo de diferente manera. Algunas personas poseen una actitud positiva ante la vida y por ende suelen tener unos buenos pensamientos de sí mismos y de los demás. La perspicacia es la agudeza de pensar de manera “correcta” y, en cierta manera, objetiva hacia las cosas que nos rodean y, especialmente, hacia nosotros mismos.
De la misma manera, existe otro grupo de personas que, por diversos y variados motivos, tienden a pensar mal de los demás y de sí mismos. Sospechan que los otros poseen siempre malas intenciones, o que en determinadas circunstancias en las que parece que actúan de manera beneficiosa para nosotros mismos o altruistas, guardan un profundo y maquiavélico plan para ellos mismos. Casi al unísono, se puede presentar una serie de pensamientos negativos sobre “como creemos que los demás piensan de nosotros mismos”. Las personas que han sufrido algún tipo de acoso en su infancia, o que han pasado por ciertos traumas pueden tender a pensar de esta manera, de tal modo que a veces suelen surgir pensamientos que afirman lo mal que piensan los demás de nosotros.
Lo cierto es que no podemos adivinar el pensamiento de los demás, pero podemos intuir por la comunicación no verbal y el contexto en el que nos movemos, los que los otros piensan de nosotros. A veces no es nada especial, otras veces, sí. Y raramente, si la persona no nos conoce profundamente, pueden surgir pensamientos extremadamente negativos. Lo cierto es que esos pensamientos nos los producimos nosotros mismos y rara vez coinciden con la realidad, aunque nosotros percibamos que es así. Este fenómeno es conocido por la psicología como la voz crítica: una voz interna que tiende a expresar pensamientos negativos en determinados momentos de nuestras vidas. Esta voz crítica se presenta como un pensamiento destructivo que inhabilita a la persona que lo padece con afirmaciones tales como tú no vales, no eres suficiente para él/ella, nadie te puede querer así… y otras tantas afirmaciones autodestructivas.
Este tipo de diálogo interior puede ser producido por un tipo de condicionamiento social donde la familia, la escuela, o el grupo de iguales ejercen una influencia importante en el individuo.
La Magia del Ego busca la liberación de todo este tipo de actitudes y patrones de comportamiento. No obstante, se ha de recordar que la magia en ningún momento sustituye la terapia psicológica profesional. A veces este es el primer paso para reconocer que esto no está bien y que tenemos un problema cuando esto ocurre. La magia puede ser aquí un buen complemento que nos ayude a superar ciertos resquicios de este tipo de comportamientos.
Otro de los aspectos de la Magia del Ego es la búsqueda de la ruptura de la identidad como una condición que nos aprisiona y nos impide crecer. Debemos tener en cuenta que la Magia del Ego surge en el contexto de la Magia del Caos y que, como tal, una de sus intenciones es el cambio de creencias ya sean políticas, metafísicas, y cualesquiera que sean. Poseer una identidad cerrada nos impide conocer y recorrer otros senderos y perspectivas de vida. No obstante, no significa no tener una identidad fuerte. Sería un error pensar que se busca una identidad liviana, pues uno de los aspectos claves es poder cambiar en un momento determinado de nuestras vidas de perspectiva e identidad y que esta sea fuerte.
En tanto, las técnicas de la Magia del Ego van encaminadas hacia el autoconocimiento y, como en el Sendero Siniestro, tienen el objetivo de recorrer lo Oscuro del Abismo, el Descenso al Inframundo. El Yo aquí es examinado y trabajado en un proceso de cambio mágico cuyo último fin es crear el ser que queramos ser, en vez de aquel que nos han impuesto ser.
Las técnicas utilizadas pueden ser la meditación, el yoga, o cualquier otro ritual encaminado a la liberación y a consecución del proceso de descondicionamiento. Dicho proceso, asimismo, se sitúa en una tensión entre la voluntad del Yo y las fuerzas externas que lo empujan en otro sentido.
La Magia del Ego, por tanto, es una magia de vida, en tanto su práctica finaliza con la propia muerte. Es una parte del proceso de autodeificación, ya que no se entiende esté sin el trabajo del Ego.