Por: Azazel Ibn Sheitan
Sacerdote. Templo de Satán Chile
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“Nada hay verdad ni mentira: todo es según el color del cristal con que se mira”.
Ramón de Campo Amor – Poema; Las dos linternas
Todos los seres humanos nacemos en túneles de realidades distintas. Esas existencias personales e individuales, malean para bien o para mal nuestras futuras identidades; nuestras costumbres, la manera en que vestimos, en que nos comportamos, en que nos relacionamos con el entorno, y hasta definen nuestra cosmovisión y creencias. Estas premisas son fácilmente comprobables, y hoy gracias a la interconexión, interculturalidad, migración e internet. En cosa de segundos, podemos saber que creen determinados grupos humanos, solo con una conversación o dando clic a un programa documental, o de aquéllos entretenidos que hacen algunos viajeros influencers.
Las diferencias idiosincráticas, son trascendentes a la hora de confrontar ideas sobre un determinado concepto. Los constructos socio-culturales, junto a la apreciación individual y colectiva de determinadas cosmovisiones. Nos hacen tener diversas opiniones sobre; Dios, Satán, el bien y el mal, cielo e infierno o más básico aun, el propósito de nuestras propias vidas. Te has preguntado; ¿Qué piensa un sintoísta, budista, hinduista, zoroastriano o confusionista sobre el Diablo? ¿Crees que logren entender el ideario occidental que se ha construido en torno a su figura? Lo más probable, es que no. Eso no quiere decir que sean personas neófitas., y lo más seguro, es que en sus culturas exista un símil al concepto de <<Satán>>.
Este es uno de los pocos artículos que escribo en primera persona. Generalmente me gusta redactar párrafos en los que hago lo que me apasiona, que es la investigación y colaboración académica. Por ello verán siempre créditos y citas desde donde obtengo ideas o literalidades. Pero ésta vez, dejaré de lado la pluma de un docente en aficionado. Hablaré desde mi realidad, desde lo que fuera mi mundo hace 4 años atrás, cuando decidí dar un golpe de timón; y abandonar las inconsistencias, las barbaries, el dogmatismo, la doble moral, la falta de ética, la hipocresía y el eterno dedo acusador de quienes creen levitar sobre una “escala de valores” superior al resto de los simples mortales.
Mi perspectiva de Satán en la actualidad, no es otra que la comprendida por un ateo, racionalista, filántropo y activista. En Satán, veo al menos dos de los cuatro conceptos anteriormente mencionados. Y es acá, donde puede producirse una tesis respecto a las nuevas “Identidades Satanistas Latinoamericanas”. La que debiese plantearse en futuros debates. Incluso, pueden esgrimir interrogantes como las que siguen; ¿Cómo perciben a Satán los nuevos adeptos venidos de religiones distintas al cristianismo? ¿Judíos y musulmanes, conciben al Diablo de la misma manera? ¿Qué enseña el Pentateuco y el Corán respecto al demonio? Sin duda, que si logramos dilucidar éstas claves, expandiremos un poco más el cerco de nuestros aprendizajes.
Generalmente, la mayoría de adeptos al satanismo moderno son apóstatas del cristianismo. Muchos anunciaron pública o someramente el abandono de su fe., pese a ello, arrastran consigo un enorme peso “moral” impuesto por la religión durante años. Carga a la que se puede renunciar; teniendo en claro, que el resultado de dicha acción, puede acarrea consigo el quiebre familiar. Ruptura que tiende a ser más profunda en núcleos pulcramente beatos y fundamentalistas. Siendo los casos, de familias cristianas poco ortodoxas solo un disgusto pasajero o bien aceptado sin mayores dificultades. En todos los escenarios posibles, el ostracismo tiende a ser un camino viable.
En el caso de quienes venimos del judaísmo, al no estar sometidos a la figura de la “excomunión” como un acto de separación con el resto de la comunidad; donde a la persona, se le despoja de su sentido de pertenencia, restándole de la contención espiritual y denegándole la entrada a espacios comunitarios. El judío debe entonces optar por hacer “apostasía”. Ésta puede ser expresa verbal y públicamente, o bien mediante una misiva discreta y privada al rabinato. El único caso de excomunión documentado, fue al filósofo Baruj Spinoza en 1656, acusado de herejía por un tribunal rabínico, que declaró sus ideas como heréticas y Spinoza fue separado totalmente del judaísmo.
De todas maneras, el caso de Spinoza es una excepción que en la actualidad no tiene asidero legal o halájico. Considerándose como un berrinche de los rabinos de la época, influenciados por tradiciones católicas alejadas de las bases teológicas de la cultura hebrea. Para concluir mi reflexión de este escrito, me gustaría invitar a todas(os) a expandir nuestras visiones sobre el satanismo moderno. Debemos entender que fuera de occidente, existen millones de personas en el globo que tienen concepciones muy distintas respecto a nuestros constructos sociales. Y que dichos <constructos>, son necesarios de conocer para lograr intercambiar ideas, entendiendo el por qué se suscitan tan pronunciadas diferencias de opinión.