Por: Astabel
El sol se vuelve negro
cuando la luna es su reflejo.
Una doncella camina por un bosque
bajo la oscura luz
de la más profunda noche.
Ella mira al cielo,
la creación le ofrece
el más bello techo:
Luna clara, radiante y hermosa
y estrellas preciosas, diminutas
que siempre estuvieron,
que se gestaron,
al principio de todo,
en el albor de los tiempos,
en el Caos,
en el Vacío,
en la Nada,
donde todo empieza
y todo acaba,
donde está el ser
y el no ser.
Sopla un suave viento,
la brisa parece susurrar
y los árboles hablar.
Entre la floresta
se vislumbran guiños
de ojos amarillos,
mientras la joven avanza
con tranquilidad
pero sin tardanza,
a un lugar,
no sabe cuál
ni cómo será,
solamente se deja llevar
dejando a su instinto navegar,
cual brújula que guía
en medio de la mar.
Sus pies desnudos pisan a Gea;
la escucha, la siente,
la ama, la respeta;
es parte de ella.
Sin casi ser consciente,
el tiempo pasa
y ella camina;
todavía queda un rato
hasta que llegue el día.
La hierba se mece
en un suave movimiento;
la fauna nocturna
entona un canto
que acompaña
cada uno de sus pasos.
Un claro se abre ahora
ante la doncella,
y en un lago se refleja
la luz pura
de la Luna llena.
Hay un círculo de piedras
sobre la arena,
y a un lado, una hoguera
¡Es la hora de hacer arder
la Llama Negra!
Una campana
a lo lejos suena:
comienza el ritual;
la Magia ocupa su lugar
y en todos los seres
brota ya.
Los astros parecen bailar;
despierta el espíritu,
danzan los cuerpos;
al Norte, Belial;
al Sur, Satanás;
al Este, Lucifer;
al Oeste, Leviatán.
La Madre de todos
se hace presente;
Venus es el planeta regente
de inmensidad perenne.
Lilith y Babalón
el principio femenino son.
Y en medio de las llamas esmeralda
bailan una danza.
Susurros, voces,
ruidos litúrgicos en la noche.
El corazón como un tambor;
unión de la Sombra y el yo.
La daga en la mano
simboliza el sacrificio
de lo mundano,
de lo pagano.
Nada es en vano,
nada es azar,
pero cada cual decide
a dónde está dispuesto a llegar.
La Luna se ha teñido
de rojo sangre;
¡este es el momento
de mayor auge!
Si algo quieres cambiar,
déjate ahora llevar;
abandona esta dualidad
y camina a la Unidad.
Las Entidades Primordiales
te dan la bienvenida
y te saludan,
desde las Llanuras Abisales,
como a uno más,
pues te estuvieron esperando
desde tiempo inmemorial.
Ahora es Lilith la que te abraza
contra su cuerpo desnudo
y te sonríe
por haber vuelto a casa.
La Serpiente Dragón
surca el cielo
y se posa en tu pecho.
Frío y calor,
placer y dolor,
todo lo ambiguo acabó
y ella una marca dejó
sobre tu corazón:
una estrella de 11 puntas dibujó;
ese es el signo
de tu iniciación
y de tu elección.
Ya está, todo ha de concluir,
ha de llegar a un fin
y al ciclo retornar
para volver a empezar.
Silencio… Quietud… Plenitud.
La Luna pálida está,
las estrellas tiemblan;
el día pronto llega ya.
La doncella de nuevo
toma el sendero
y se aleja del lugar,
internándose en el bosque
iluminado por la claridad de la noche
ante la atenta mirada
de un ciervo
de cornamenta blanca.
Todo lo acontecido
no cae en el olvido,
sino que tiene su proceso,
y un sello indeleble
ha quedado ya patente
para siempre en el presente
de la muchacha del bosque;
una cicatriz sin herida
que le ha devuelto
el sentido a su vida.