Elección o sumisión

Eleccion

Por: Alex C. Próximamente Mefisto (Ciudad de México)

Artículo cedido por colaboración al Templo de Satán Chile

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Las sectas “cristianas”, que engloban una gran cantidad de iglesias evangelistas de varias denominaciones, tienen un papel central ante la caída de creyentes católicos en el mundo.

El catolicismo dejó de representar a millones de personas por su larga cauda de escándalos, que van desde los fraudes financieros del “Instituto para las Obras de la Religión”, mejor conocido como Banco Vaticano, hasta las innumerables denuncias por pederastia clerical y corrupción de menores por todos conocidos.

Defensores de pederastas como Juan Pablo II (a quien hicieron “santo”) o quien encabezara la Congregación para la Doctrina de la Fe (antes “Santa” Inquisición), el recién fallecido Joseph Ratzinger, no han hecho más que profundizar la crisis de fe que vive la iglesia católica.

Ante la desbandada, los grupos evangelistas han crecido de manera desmesurada sobre todo en América Latina, otrora, bastión de catolicismo.

Países como Chile cuyo presidente Gabriel Boric, se auto define como agnóstico, el expresidente Jair Bolsonaro, que se apoyaba en una enorme bancada evangelista bajo el lema de “Biblia, Bala y Buey” o el presidente de El Salvador, Nayib Bukele hijo de padre musulmán constructor de mezquitas, son el ejemplo perfecto de que el catolicismo cae vertiginosamente y que las sectas –sobre todo evangelistas- van ganando espacios en la vida política y pública de sus países.

Durante mi primera juventud tuve algunos vecinos con problemas de adicciones. En aquel entonces yo no entendía de manera cabal la enorme problemática del adicto por dejar de serlo y el de la familia por intentar rescatar a uno de los suyos. Yo me enteraba de las andanzas de los adictos y hasta me parecía divertido lo que hacían con total de escaparse con el fin de conseguir la siguiente dosis.

Insisto: yo desconocía lo que implicaba tener un adicto en la familia.

Tiempo después, me encontré con varios de ellos en distintos momentos. Algunos pudieron recomponer el camino, otros se perdieron en la vorágine de las adicciones y murieron de triste manera o acabaron en prisión. Entre los que “vivieron para contarla”, tienen el común denominador de haber sido salvados por la religión. Se volvieron “cristianos” (evangelistas) y pudieron recomponer sus vidas.

La esposa de uno de ellos me contaba que “cristo” los había salvado: “ya no se droga, trabaja todos los días y ya no hay crisis familiares” me dijo.

Por cuestiones de trabajo escuché cientos de testimonios parecidos. “Ya no nos golpea…” “Ya no roba para drogarse…” “Llega del trabajo con el dinero completo…” y el común denominador… “cristo salvó nuestras vidas…” y “rezamos todos los días y asistimos a misa todos los domingos”.

Por lo que a mí respecta, si una persona (cualquier persona) encuentra un camino para salir de las adicciones y ser una persona funcional por medio de “cristo”, bendito sea cristo.

Personalmente considero que NO resolvieron el problema de fondo (la adicción) sino que solamente lo trasladaron… dejaron de ser adictos a una sustancia y pasaron a ser adictos a una religión. Y en eso, hay que reconocerlo, las iglesias evangelistas lo han hecho muy bien.

La necesidad de alimentar nuestra parte “espiritual” encuentra distintos caminos. Las Bellas Artes resultan un excelente catalizador para alcanzarlo. Pero, yendo más allá y entendiendo nuestro papel de “Animales Superiores”, podemos optar por las nuevas religiones. En ese aspecto, la Iglesia de Satán representa una elección viable.

Sus Principios, más lógicos que dogmáticos y mucho más aterrizados en el Aquí y el Ahora que en una probable recompensa en el “más allá”, la convierten en una religión que irá ganando adeptos, sobre todo entre las personas con una mentalidad más dirigidas hacia la independencia, la autonomía y la emancipación.

También, encontrarán una excelente opción hacia el autoconocimiento.

Elección o sumisión, he ahí el dilema.

Yo, elijo no someterme.

No obedeceré a una cueva de defensores de pederastas y lavadores de dinero. Tampoco estaré en un lugar donde solamente cambie de adicción o me pidan someterme a una retahíla de “mandamientos” y reglas absurdas fuera de toda lógica.

Yo elijo -en libertad de pensamiento- a la Iglesia de Satán y repito fuerte y claro las palabras de Miltón en su “Paraíso Perdido”: Non Serviam.

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