Existe un pensamiento esotérico y místico basado en la idea de la “justicia divina” denominado Karma. En las religiones orientales tiene un significado trascendental y profundo, orientado principalmente a las sucesivas vidas después de la muerte del individuo. En la actualidad, hay una idea del karma occidentalizado basado en la suerte que tiene un ser humano según sus acciones: buenas o malas.
Se piensa popularmente que si una persona comete acciones “malas”, la vida se lo devolverá de manera desfavorable. De la misma manera, se intuye que si una persona comente alguna “buena” acción, el karma le recompensará con cosas positivas en su vida.
Tal modelo de pensamiento a la vista del satanista o cualquier otro practicante del Sendero Siniestro es, cuanto menos, ilusorio, propio del modo de pensar del esclavo. Afirma la inacción del Ser a favor de una supuesta acción de justicia divina que reprenderá a los malvados y recompensará a los justos. En las religiones abrahámicas esta idea está relacionada con la Justicia de Dios, que vendrá en el Fin de los Tiempos. Al mismo tiempo, sirve para justificar un “status quo”, una naturaleza humana que no puede – ni debe – ser alterada por nosotros. No sería nada descabellado pensar que tal concepto ha servido muy bien a las clases dominantes (aristócratas antes, burguesía ahora) para mantener su posición de poder frente a las masas enfurecidas que claman justicia para ellos y sus familias.
Y, lo cierto, es que es así. Qué mejor manera de mantenerse en el poder diciendo que “Dios le castigará” (o Buda, o quien quiera que sea, en este caso, nos da igual). Al mismo tiempo, en las clases sociales más desfavorecidas va creciendo una quietud y un resentimiento psicológico, y un discurso social que justifica la naturaleza de las cosas y defiende la llegada de algún ser prodigioso superior a ellos para que esto cambie.
Muchos satanistas, o cualquier practicante del Sendero Siniestro, ven este modelo de pensamiento una perversión inquietante. En el marco ideológico del satanismo, la idea de responsabilidad está ligada a la de justicia, y está deviene del individuo. Nosotros somos los responsables de nuestras acciones, y de cierta manera, nos comportamos de manera más o menos justa con los demás según nuestra cosmovisión, conocimiento y entendimiento de la situación.
Sabemos que la vida no es ni justa ni fácil. No esperamos retribución divina, ni que la rueda de la diosa Fortuna gire a nuestro favor. No nos quedamos quietos esperando a que algo ocurra contra quienes nos han hecho daño, levantamos nuestro culo del sofá y hacemos las cosas por nosotros mismos. No consideramos el karma como algo útil, más bien algo propio de la filosofía del esclavo.
Anton LaVey decía que no había que poner la otra mejilla, y que si alguien te ofende en tu hogar, deberías tratarlo de la forma más despreciable que consideres. Sus palabras no son más que la expresión de la plena libertad individual, actuando con responsabilidad. Sabemos que cada acto tiene su consecuencia y, en tanto, así hacemos.
No esperes a que las cosas cambien por sí mismas, actúa. No hay Dios ni Retribución Divina. La fuerza del cambio está en tu interior.