Por Mauricio M. Morales.
Existe un gran privilegio que algunos cuantos de nosotros tenemos y es ni más ni menos el de la AUDACIA. Sin él no podríamos ser quienes somos, ni pensar como pensamos y mucho menos aún actuar como actuamos.
No quiero con esto dar a entender que las demás personas en el mundo no sean audaces y este privilegio solo se limita únicamente a quienes estamos orgullosamente en el sendero dentro de una rama u otra.
Nosotros somos audaces, la gran mayoría desde el nacimiento. Somos quienes tuvimos la osadía de oponernos a lo impuesto por crianzas, tradiciones, familias, religiones y sociedad. Y esa audacia no es menor, ya que históricamente todo aquello que se oponía a lo “normalmente establecido” era eliminado, y sabemos cuán caro históricamente muchos han pagado el precio de la audacia.
Pero, ¿acaso la audacia consiste simplemente en oponerse a lo establecido? NO, es más complejo que ello. Es formar un universo con grandes detalles personales, culturales, artísticos, sociales, filosóficos, que llevarán al audaz a ser único, atrayente, agradable, llamativo y por demás interesante a los ojos de los demás, logrando consciente o inconscientemente ser en extremo interesante a los ojos de los simples mortales atados a sus creencias y tradiciones rudimentarias sin ningún tipo de gloria de la cual poder jactarse, sino con sus vidas reducidas a sus privaciones impuestas por simplemente, no dar, un paso más por miedo a caer en el abismo de la desprotección de alguien siempre superior a ellos.
Los audaces no tenemos superiores porque simplemente nosotros mismos somos quienes en si intentamos día tras día estar un escalón más arriba del que estuvimos el día anterior, superándonos a nosotros mismos sin miedo a caer porque, en definitiva, aun así, si cayéramos, volveríamos a levantarnos para volver a subir más y más. Nuestro superior siempre seremos nosotros mismos.
El audaz no necesita que nadie le dicte que camino recorrer o que conducta llevar, no necesita de nadie que lo siga, ni tampoco seguir a nadie. El audaz programa su vida a su modo y no dependiendo del modo de los demás, no buscará los aplausos y vítores de nadie, no son necesarios para el audaz. El audaz es ingenioso en su accionar porque le sale o lo ejecuta por naturaleza, no forzadamente designado por agentes externos a él. Por eso es audaz porque se apoyará en sí mismo tanto en sus logros como en sus fracasos, no acudirá a la ayuda ajena porque sabe que cuenta con todas sus herramientas propias para sortear cualquier obstáculo que se le presente, el audaz comprende su instinto de supervivencia cual animal, pero racional. Es audaz en su vivir y también en su sentir porque siente con la audacia propia con la que convive día a día y así lleva su vida en completa audacia.
El audaz recorre la vida procurando la evolución constante, buscando perfeccionar cada aspecto de su limitada vida para llevarla al mayor disfrute posible dentro de sus posibilidades mientras ésta dure.
El placer es una parte fundamental en la vida de un audaz, sino ¿que sentido tendría vivirla si no es justamente de la forma más placentera posible? Placer físico, placer psicológico, placer emocional y placer material.
La ambición es otro de los aspectos importantes en nuestra vida, ya que, sin ambición no hay logros, sin logros no hay medios y sin esos medios no podremos llegar a concretar nuestros placeres y deseos.
No necesitamos seguidores porque no buscamos ser seguidos, la gente se nos acerca solos porque siente esa atracción que inevitablemente provocamos con nuestra forma de ser, con esa seguridad que emanamos y esa determinación que nos caracteriza. A su vez somo el aguijón de los fracasados, de los inútiles, los buenos para nada, aquellos que si necesitan seguir o ser seguidos, solo porque nosotros los audaces no necesitamos de ninguna de esas berretadas sociales y religiosas.
El camino de los audaces no es para todos ni para cualquiera, es una vida viviendo en esta condición, desarrollándola, perfeccionándola y modificándola, en constantes cambios, donde no cabe lugar el estancamiento de ser.
Y he aquí un punto importante, ya que llegaron hasta esta parte. ¿Por qué no he mencionado puntualmente a los Satanistas o los Luciferinos o los Teístas o los Ateístas o los brujos y brujas o los Magos? ¿Por qué aún no he hecho referencia a ellos? Es muy simple, los audaces no son todos practicantes del sendero y sus variantes, tanto como no todos lo que están en el sendero izquierdo llegan a ser Audaces alguna vez en sus vidas. No.
Ser o creer ser Satanista o Luciferino o cualquier otra variante no te hace Audaz; el audaz va más allá del ser una cosa u otra, en nuestro sendero, los audaces vamos más allá, no nos quedamos con lo establecido por otros, buscamos mejorarlo, perfeccionarlo, pulirlo y si es necesario, modificarlo en pos siempre de algo mucho mejor que antes. No nos quedamos estancados en antigüedades polvorientas, nos actualizamos.
Los audaces nacimos para eso, para reinventar el mundo y el universo que creamos para nosotros mismos. Los audaces nos reinventamos.
Nunca seremos siervos
Nunca seremos esclavos
Nunca seremos seguidores
Nunca un audaz desperdiciara el valioso tiempo que tiene en ninguna de esas paparruchadas propias del individuo común y corriente, porque no nacimos para ser comunes y corrientes, ¡nacimos para ser Audaces!
Mauricio M. Morales
Argentina, 2024.