Hace poco pude intercambiar algunas palabras con gente lo bastante inteligente para parecerme interesante sobre la música. La idea de ellos rondaba por la emergencia de música fuera de los convencionalismos. Esta idea no me agradó, pero no quise en ese momento oponerme a las convicciones de mis contertulios, pues pensaba por mi tensión física que me lo tomaba de forma personal, y no quería, como puede pasarnos a todos, sugerir algo hiriente de lo que me pudiera arrepentir.
Decidí, eso sí, que le dedicaría algunas líneas a justificar lo que yo estaba defendiendo.
Empezaré con el punto por el que intenté hacerme entender. La música tiene como elementos la harmonía, la melodía y el ritmo. Así, una grabación o performance de alguien haciendo ruidos aleatorios no es para mí ni siquiera música. Aquí fue donde nos distanciamos en nuestras posturas, pues entendí que se referían a la recreación auditiva de un caos que pudiera representar algo satánico. Me di cuenta de que hablábamos de cosas completamente diferentes.
La grabación de ruidos aleatorios de forma secuencial, acepto que pueda representar el caos. Pero, según lo expuesto, no es música. Ese sonido es un arte, si queréis, que debería tener su propio nombre. A un nivel profundo me tensioné también al ver que llamaban satanismo a una postura anticósmica, mientras que yo estoy llamando satanismo al satanismo registrado de la Church of Satan. Tanto su fundador Anton S. Lavey, como su actual Sumo Sacerdote Peter H. Gilmore, se han dedicado a la música. Interpretan que la música que debe promoverse como “satánica” es la música clásica. Su sugerencia, como en otros artes, es escuchar una música cuya técnica sea admirable, obras que emocionen, y que sean inspiradoras.
De nuevo hay que tener cuidado, no quiere decir que las músicas populares del siglo XX y XXI deban ser evitadas. Lavey dice, en concreto de la música, que ha sido llamada por el predicador de turno, y luego por las masas, “satánica”:
“Para ellos (el público) es el sonido del mundo. Ese es su umbral. El orgullo también forma parte de ello. No quieren ser excluidos por sus amigos. Hoy las bandas satánicas son el vehículo de propagación para millones de personas. Hay muchas bandas que hablan sobre Satanismo, como King Diamond, Electric Hellfire, Acheron, Boyd Rice, Nine Inch Nails, la lista es larga.” De una entrevista al Papa Negro.
La música satánica es valorada como medio de difusión de las ideas satanistas: no es en absoluto desaconsejada, y se comprende a su público. Pero habla de bandas cuyos temas son de verdad satanistas.
Música extrema, como grindcore, crust o industrial, conserva el principio propuesto de harmonía, melodía y ritmo. Los ruidos aleatorios no lo cumplen.
Más directo, y sin que nadie me haya preguntado, la música propuesta por el Dr. Lavey y el Magus Gilmore es, en muchos casos, música clásica. Sé que esto le parecerá extraño a los chicos y chicas de camisetas de pentagramas y calaveras. Pero quizás aún no han escuchado la música clásica adecuada. Como con la lectura, la audición obligatoria a la que son sometidos por parte de profesores o padres puede haber opacado las dimensiones de la clásica, pero una lectura al artículo de Gilmore Diabolus in música, en Las Escrituras Satánicas, te permitirá ver un montón de ejemplos.
En la clásica hay muchos elementos osados (como puede haberlo en piezas de pop y rock, no lancemos a la hoguera esas grabaciones). Me refiero a que hay muchos tipos de compases, muchas disonancias, cambios en el ritmo y, sobre todo, hay pasajes que evocan lo mágico, lo trágico, lo oscuro,… Casi cualquier tema. Requeriría otro análisis detallado, que me requerirá más documentación. Espero baste para concluir que la música propuesta desde la Church of Satan, me reitero, es en gran medida clásica, sin condenar la música de otros géneros que promueven esta filosofía, y otras formas modernas.
Se quedan cosas en el tintero, para no tratar tantos temas en un solo artículo espero poderlo concluir con más información. Conclusión: la música que debes escuchar es la que te guste. Si tu quieres escuchar ruidos aleatorios que te provocan los sentimientos deseados, pues hazlo, pero en mi opinión nada en esta idea de “vanguardia” sustituirá la poderosa evocación de obras ya escritas.