4 de Abril, Año de Nuestro Señor 2025
Desde el Refugio Gris, al borde del solar olvidado
A la atención del Muy Ilustre Gran Maestre de la Logia Negra,
Salve y sombra.
Me complazco en dirigirme a vuestra augusta persona para comunicarle los progresos recientes de nuestra operación occidental, en especial lo concerniente al sujeto Manuel California. Como fue previsto en la última luna menguante, el joven ha cumplido su cometido y ha conducido —con extraña parsimonia, debo decir— a dos de nuestras estimadas Molkovitas hasta su nuevo lugar de residencia.
La vivienda en cuestión no carece de carácter, ni de esa cualidad indefinible que ciertos inmuebles tienen de parecer conocedores de secretos ajenos. La fachada es discreta, por no decir invisible, pero tras la puerta —cuyo cristal superior ha sido estrellado por tiempo o intención, y por cuyas grietas asoman tornillos que parecen huesos mal enterrados— se abre un mundo detenido.
El marco de la entrada ha sido recompuesto de forma rudimentaria con cal y arena, lo cual le confiere una textura fantasmal. Al cruzar el umbral, los pies se deslizan por el mismo gres que sube desde la escalera común, una continuidad desoladora, interrumpida al poco por un pavimento más antiguo, de mármol jaspeado, testimonio de alguna reforma olvidada hace décadas.
Unos peldaños más arriba, se alza una segunda puerta: un portal a las estancias privadas. El aire allí cambia. El cemento ha sido vertido con torpeza para alisar lo que fueron azulejos decorativos, ahora fragmentados y cubiertos de una pátina indiferente. El baño, un mosaico de estilos y décadas, parece más un recuerdo que una habitación. Y sin embargo, la cocina… oh, la cocina es un misterio por sí sola. Reformada con precisión moderna, sin costuras, sin errores, como si otro tiempo —más pulcro, más artificial— hubiese invadido este rincón.
Confieso, con la humildad que me corresponde, que he sentido satisfacción al contemplar la escena. El contraste entre ruina y exactitud, lo fragmentario y lo funcional, será —no tengo duda alguna— el entorno perfecto para el renacimiento de California. Su vida contemporánea ha de brotar de este crisol, donde nada es del todo real ni del todo ruina.
Quedo a su servicio y disposición para futuras disposiciones.
Con respeto oscuro, y en la fe de los que caminan sin ser vistos,
A. H.
Hermano del Umbral, Custodio IX